Camino a Hogwarts:

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Pronto llegó el día de partir a Hogwarts y el problema de en dónde iban a ir fue difícil de resolver. Ania no se podía desaparecer y se negaba a viajar otra vez en el autobús noctámbulo, algo en lo cual Snape estuvo de acuerdo porque también detestaba viajar allí. La última vez que lo hizo había vomitado. Él normalmente se aparecía un día antes en Hogsmeade y de allí subía al colegio donde tenía un día libre para organizar las cosas antes que llegaran los alumnos. Ania vino a complicarle la existencia con su presencia y ya no podría ir de esa manera. Algo que le molestaba mucho al personaje. Finalmente no pudieron resolverlo así que Severus le escribió a Dumbledore pidiéndole instrucciones. El otro asunto era que ellos no podían pasearse juntos por la calle, se suponía que nadie sabía que Ania estaba allí y el hombre no iba a arriesgarse a que el Señor Tenebroso lo descubriera.

Faltaba sólo un día antes de la fecha señalada para su partida al colegio y Dumbledore seguía sin comunicarse con ellos, algo que los tenía bastante preocupados. Hasta que tuvieron una visita bastante inesperada.

_ ¿Hay alguien aquí?_ dijo una voz grave.

Severus que estaba mirando por una ventana hacia afuera muy aburrido, dio un respingo asustado y se dio la vuelta, tratando de descubrir de dónde provenía la voz.

_ ¡Heeeeyyyyyyy!_ gritó de golpe. Entonces Severus se acercó a la chimenea.

_ Ah, eres tu..._ dijo con una mueca de disgusto.

_ Sí, soy yo_ dijo el hombre que resultó ser Sirius Black_. ¿Dónde está Ania?

_ ¡Sirius!_ dijo Ania desde una puerta. Había escuchado voces y se acercó para ver qué pasaba_. ¿Cómo estás?

La enorme sonrisa que tenía en su rostro la chica y la alegría con que lo recibió, dejó a Severus un poco sorprendido y preocupado.

_ Bien, hemos tenido una reunión con Dumbledore y me encargó que te dijera algunas cosas_ dijo Sirius.

_ ¿Y por qué tú y no él?_ dijo de mal humor Snape. Sirius lo miró con desprecio.

_ Porque sí. Dumbledore dice que te traslades hasta mi casa en la ciudad, allí todos nos pondremos de acuerdo y tu tendrás una guardia para acompañarte a Hogwarts en el tren del colegio_ dijo Sirius mirando a Ania e ignorando completamente a Snape.

_ ¿En el tren? ¿Están locos? ¡Lo tomarán por asalto!_ saltó asombrado Severus.

_ No, iremos todos. No se atreverán_ dijo Sirius con firmeza.

_ Mmmmmmmm... ¿por qué no se me consultó en esto?_ dijo Snape con el ceño fruncido.

_ ¿Y quién te crees que eres? ¿Ahora hay que consultarte en todo? Dumbledore ya lo decidió, así que cumple con tu parte y listo_ dijo Sirius enojado.

Snape estaba que largaba chispas por los ojos, furioso se paseaba de un lado a otro de la sala. No podía creer lo que estaba escuchando, era muy peligroso.

_ ¿Y cómo se supone que Ania irá hasta tu casa?_ dijo entonces.

_ Quiere que le des una de tus pociones para cambiarle el aspecto y listo, mientras no la vean salir de aquí está todo bien_ dijo Sirius.

_ ¡No puedo darle una poción! Ella no tiene magia, podría envenenarla... no sé cómo su organismo la tolerará._ dijo Severus sorprendido.

_ Pero, Severus, tú me diste una poción para los nervios... ¿Recuerdas? No creo que me hagan daño_ intervino Ania que había estado callada.

_ Porque las pociones curativas son una cosa, han solido curar a muggles con ellas, pero esto es algo totalmente diferente_ explicó Severus.

_ Dumbledore dijo que no le harán mal_ dijo Sirius impacientemente.

El alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora