La huida de Hogwarts:

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El día en que Lord Voldemort descubría el secreto del profesor Snape, en el castillo Hogwarts los acontecimientos se presentaban de manera muy distinta. El reciente ataque e intento de secuestro que fuera llevado a cabo por los mortífagos había desencadenado una decisión muy importante por parte del profesor Dumbledore. A pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo por él y la Orden del Fénix para custodiar a Ania preservando su vida y el objeto tan importante que ella guardaba, casi había fracasado en una absurda emboscada que luego de una reflexión el director no pudo creer cómo no lo había previsto. Entonces el profesor Dumbledore se dio cuenta que al menos por un corto tiempo había que trasladar a la chica a otro lugar más seguro. Las vacaciones de navidad comenzaban pronto y el castillo iba a vaciarse de gente, sólo quedarían un puñado de profesores y casi ningún alumno ya que la noticia de que mortífagos deambulaban cerca del colegio y habían atacado a unas alumnas se había esparcido por todo el colegio. Muchos padres asustados prefirieron que sus hijos volvieran a sus hogares en esas vacaciones. Así que prácticamente el lugar iba a quedar desierto algo que multiplicaba las posibilidades de que Ania fuera atacada allí, así que Dumbledore decidió trasladarla a una casa de seguridad hasta que concluyeran las vacaciones y pudiera regresar al colegio.

El profesor Snape que normalmente se quedaba en el colegio porque no tenía familiares a los cuales visitar durante las vacaciones de navidad decidió irse con Ania, ya no iba a arriesgarse a que alguien la atacara y le hiciera daño. Conocía muy bien a los mortífagos y al hombre oscuro como para seguir arriesgándose. Luego de hablarlo con el profesor Dumbledore para definir los detalles acordaron la nueva mentira y así el profesor le mandó una corta carta al Señor Oscuro diciéndole que no podría volver a "visitarlo" durante cierto tiempo porque Dumbledore le había exigido que participara en el traslado de Ania al comienzo del receso escolar y que la protegiera, al igual que harían otros miembros de la Orden, turnándose en diferentes horarios. Le comunicaba que aún no sabía hasta donde la llevarían ya que el viejo no se lo había dicho todavía pero le prometió nuevas noticias.

Por ese motivo y sin saberlo el profesor Snape se compró un plazo más de vida porque Lord Voldemort estaba esperando a que apareciera por su mansión para matarlo en el umbral de su puerta ya que torturando a Becca se había enterado de algunos detalles más que lo habían llevado a la furia extrema. Sin embargo la poca información que le llegó del traidor espía le sirvió para generar nuevos planes. Iban a atraparla en las puertas de la maldita nueva casa de seguridad y esta vez tendrían suerte, pensaba con optimismo el hombre oscuro. Así que se quedó esperando la nueva noticia pero no de Snape sino de sus mortífagos que ya habían sido alertados para que averiguaran a dónde iba a ser trasladada ahora la chica. Snape entonces ni siquiera se enteró de que Dolohov había descubierto su secreto y que el Señor Oscuro lo sabía.

Ania por su parte estaba contenta y ansiosa de irse de allí para pasar las fiestas con algunas personas de la Orden. Irían a la casa de los Weasley y Ginny le había dicho que su madre había invitado a Tonks y a Sirius para que los acompañaran el día de navidad. Ese mismo día ella llegaría allí junto con Severus, ya que habían convenido con Dumbledore que lo mejor sería trasladarla unos días después del comienzo de las vacaciones de navidad para despistar al hombre oscuro. Ania esperaba que Sirius no se molestara con la presencia de Snape.

Empezaron las vacaciones y el lugar quedó tranquilo y solitario. En sus oscuros corredores zumbaba el helado viento pero aún no había nevado y el lago no estaba congelado. Al parecer ese año iban a pasar una navidad bastante más cálida que lo habitual.

Dos días antes de la fecha acordada para dejar el castillo Ania terminó de poner sus cosas en orden para comenzar a empacar al día siguiente y bajó a desayunar. En el gran comedor sólo había una mesa al medio y en ella estaban las profesoras Sprout y McGonagall conversando animadamente mientras que el director leía el diario. Ania saludó a todos y se sentó frente a un humeante café con leche que tomó con ambas manos. Acababa de hacerlo cuando apareció una enorme lechuza parda trayendo un gran sobre sellado que depositó al lado del profesor Dumbledore. El director lo recibió sorprendido, le pagó a la lechuza y, luego de leer de dónde provenía, se levantó precipitadamente para retirarse del gran comedor dejando estupefactas a las tres mujeres.

El alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora