El amor de Severus:

650 60 22
                                    

Al siguiente día Ania se levantó muy temprano y fue en busca de la profesora McGonagall, al no encontrarla en su habitación bajó hasta su despacho y tocó la puerta. Casi de inmediato la mujer apareció en el umbral. Tenía el pelo despeinado y profundas ojeras, evidentemente no había dormido mucho la noche anterior. Se sorprendió al verla pero Ania no quería perder más tiempo y le contó lo que había oído la noche anterior en el baño, parada frente a la puerta. La profesora pareció no sorprenderse mucho pero se puso incómoda y salió hacia el corredor cerrando la puerta tras ella. Aparentemente dentro del despacho había alguien más.

_ Ahora no puedo hablar, Ania, pero ve a ver al profesor Snape_ le susurró apurada y volvió a abrir la puerta de su despacho.

_ Pero...

_ Ve y habla con él_ dijo con autoridad y se perdió dentro del lugar.

Ania sorprendida no tenía ni la más mínimas ganas de ir a hablar con Snape pero no le quedó otra que obedecer a la mujer. Había algo raro detrás de su actitud. Así que bajó hasta el vestíbulo y fue hasta el gran comedor. Desde la puerta advirtió que la silla de Snape estaba vacía así que dio media vuelta y se dirigió a las mazmorras. Ya frente al despacho del hombre tocó la puerta.

_ Pase_ dijo Snape y Ania entró.

El despacho de Snape estaba muy oscuro y tardó un poco en acostumbrarse a esa semioscuridad pero cuando lo hizo se llevó una sorpresa. No había nadie allí. ¿Qué dem...? Pensó.

_ ¿Qué necesitas?_ dijo una voz cerca de ella, a su izquierda.

Ania casi saltó del susto que se llevó. No había advertido que Snape estaba allí, tan cerca.

_ ¡Por Dios! ¡Casi me da un colapso!_ le dijo mientras se llevaba la mano al corazón que latía a mil por hora.

_ ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes venir a verme_ le dijo el hombre con el ceño fruncido.

_ Yo también me alegro de verte_ le respondió con sarcasmo la chica_. La profesora McGonagall me envió aquí.

_ ¿Ah, sí?_ dijo sorprendido.

_ Me dijo que hablara contigo porque... yo anoche escuché algo y... estaba preocupada_ dijo Ania sin saber explicarse.

Snape intrigado y ya un poco más amable le indicó que se sentara y le explicara qué pasaba. Entonces Ania le contó todo lo que había escuchado decir a esas chicas de Slytherin. Al profesor la información le pareció interesante pero no le sorprendió. La noche anterior se había levantado para ir a la cocina a buscar una taza de té, ya que no podía dormir, cuando en medio de un corredor oscuro se topó con Malfoy, Crabbe, Goyle y Parkinson. Los chicos no habían querido decirle qué estaban haciendo a esas horas deambulando por el colegio y se habían ganado un castigo. El hombre se preocupó y estuvo vigilando una hora más pero no había pasado nada. Entonces subió a ver a la profesora McGonagall y le comentó el incidente. Por eso la mujer no había dormido mucho.

_ Ahora entiendo qué pasó..._ dijo para sí mismo.

_ ¿Pero qué pasó?_ dijo Ania y se quedó sorprendida de que Severus no dijera nada. ¡Estaba exasperada! ¡¿Por qué el sujeto nunca le contaba nada?! ¿Nadie confiaba en ella?

_ Me puedes explicar..._ comentó enojada pero Snape, que se paseaba por la habitación pensativamente, se detuvo y la interrumpió.

_ Es evidente que El señor Tenebroso les ha dado una orden a algunos alumnos... para que... bueno, no sé. Algo tiene que ver contigo... estoy seguro. Lo venía sospechando desde hace algún tiempo pero no se me ocurre qué puede ser. ¿Alguien de Slytherin no te ha dicho algo raro, o has sospechado que te siguen o algo así?

El alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora