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La decisión que cambiaría el rumbo de los acontecimientos Snape la tomó en tan sólo dos segundos. Antes de que Bellatrix Lestrange pronunciara el maleficio, tomó del brazo a Ania y, girándose sobre sí mismo, desapareció con ella. Lo último que vio fue la cara de sorpresa de la mortífaga y a varias personas que corrían hacia ellos. Pero las cosas esta vez no iba a salir bien...

Snape apareció en una oscura plaza, frente a la casa de Sirius. Eligió ese lugar porque sabía que una vez dentro Ania estaría a salvo ya que la casa sólo la podían ver miembros de la Orden del Fénix. Pero algo no estaba bien... Ania que cayó sentada en el piso, se recostaba inclinada sobre él y no se movía, su cabello estaba empapado y el vestido claro desparramado por el piso. La lluvia caía sobre ellos sin tregua. Severus la movió un poco recostándola en el suelo para despertarla, pensó que se había desmayado como antes le había pasado. En ese momento advirtió que debajo de ella comenzaba a formarse un charco rojizo y de pronto su túnica se tiño escarlata. Con un grito de angustia miró sus manos y notó que estaban cubiertas de sangre.

_ ¡¡NOOOOO!!_ le gritó a la lluvia. Un lamento de angustia salió de sus entrañas_. ¡Aniaaa! ¡Aniaaa! ¡Vamos, despierta!

La chica permanecía blanca en el suelo mojado, tan blanca como su vestido claro, y no se movía. Snape palpó su espalda para ver qué era lo que tenía y advirtió por el tacto que había un corte profundo, demasiado profundo. Trató de levantarla pero no llegó a hacerlo porque alguien pronunció su nombre a sus espaldas.

_ Así que apareciste aquí, Snape_ era Bellatrix Lestrange.

Severus se dio vuelta sin soltar a Ania y advirtió que varios mortífagos comenzaban a aparecerse detrás de la bruja.

_ ¡Les dije que aquí estaría!_ gritó la mujer a sus colegas y comenzó a reírse como una maniática.

_ Ahora no escaparás, Snape_ dijo Dolohov que lo apuntaba, al igual que todos los demás.

Severus no iba a rendirse sin antes pelear, así que acto seguido dejó a Ania en el piso y les envió un maleficio. Le dio a uno de ellos, entonces comenzó el duelo. Eran muchos contra uno solo pero Severus Snape era un duelista excelente que dejó fuera de combate a varios en tan sólo unos segundos. Gracias al cielo recibiría ayuda.

Dentro de la casa invisible estaban Sirius, Lupin y Tonks jugando cartas cuando advirtieron el ruido claro de una pelea con encantamientos. Corrieron hacia la puerta y al advertir que era Snape y Ania, horrorizados fueron a ayudarlos. Los mortífagos comenzaron a retroceder pero ninguno huyó. Aún los superaban ampliamente en número.

_ ¡La muggle está muerta! ¡La asquerosa muggle está muerta!_ gritó Bellatrix al ver la sangre que cubría a Ania. No podía creerlo pero su grito fue de triunfo y euforia. Se alegraba, a pesar de que sabía que cuando Voldemort lo supiera iba a enfurecer como nunca, porque ya su rival había desaparecido. Ya no tenía con quien competir por el cariño de "su señor". Bellatrix se había dado cuenta antes que nadie del cariño y obsesión que "su señor" tenía con esa mujer. Feliz como nunca comenzó a reír a las carcajadas.

Tonks que pensó que Ania sólo estaba desmayada, con un grito de angustia y horror la miró y, furiosa, se fue encima de Bellatrix Lestrange. Su maleficio fue tan potente que la mortífaga se salvó de milagro. Malfoy desvió el encantamiento produciendo que chispas rojas cayeran alrededor de ellos. Luego tomó a Tonks, que había perdido su varita en la colisión de hechizos, y se desapareció con ella.

Lupin luchaba a media cuadra con tres mortífagos cuando escuchó las palabras y luego la colisión. Quiso correr hacia ellos asustado por el destino de Tonks pero debido a su distracción recibió un encantamiento de desmayo en pleno estómago y cayó hacia atrás. Sirius luchaba cerca de Snape sin poder creer que habían perdido a Ania. Furioso como nunca en su vida dejó fuera de combate a Macnair que fue a dar contra un cantero de flores y desapareció tras él, entonces se dio vuelta y quiso levantar a Ania para llevarla a su casa que sólo estaba enfrente. Si llegaban allí al menos no se llevarían la medalla y podrían vengarse más tarde. Pero no tuvo suerte porque Yaxley golpeó fuertemente su mano, que soltó la varita, lo agarró del cuello y se desapareció con él.

El alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora