Entre fuego y humo:

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El cielo oscureció de repente a pesar de que era pleno día, y entre humo y fuego poco se veía del horizonte. La extraña oscuridad trajo consigo un alarido de muerte. En el medio del caos, el terror y el desconcierto infectaron a todos los presentes, esparciéndose por toda la colina. Entonces Ania lo supo, Voldemort estaba herido... vulnerable... a merced de la muerte. El alma que habitaba la medalla había sido destruida.

Debía correr y debía hacerlo lo más rápido posible. Tonks le había dicho que no duraría mucho aquella vulnerabilidad y que el hombre oscuro se tornaría más peligroso. La maldad se acrecentaría en su alma. Un alma quebrada, herida, en donde la maldad innata se esparciría como veneno por su sangre. Si el hombre oscuro antes era de temer, ahora era un peligro inminente para todos.

Ania decidió mover sus pies, a pesar de que no podía ver casi nada, a pesar de que el aire se tornó irrespirable y el temor comenzó a invadirla. Pero tenía que hacerlo, era su última oportunidad para poder escapar... o de sobrevivir. Entonces comenzó a correr en línea recta hasta el comienzo de los árboles que le habían indicado. Detrás de ellos estaba el antiguo camino de tierra y al final de él la libertad... junto a Severus. Ya no tenía dudas respecto a él, nunca la había traicionado, todo había sido mentira del hombre oscuro. Su corazón latió fuertemente por él en ese momento. Así que corrió sin mirar atrás, saltando escombros y esquivando personas que corrían desesperadas sin saber a dónde ir. Casi atropelló a una pobre mujer que llevaba a un bebé en sus manos y con horror la vio perderse entre el humo espeso.

Intentó averiguar que había sido de Sirius, deteniéndose de golpe, cerca del lugar en donde había estado el hombre recostado en el suelo pero no lo vio. Lo único que podía apreciarse eran dos pares de huellas de zapatos que se dirigían colina abajo. Seguramente había escapado junto a algún miembro de la Orden del Fénix y ya estaría a salvo en el cuartel general o... pero no quiso pensar más en eso. Algo le decía que Sirius estaba bien así que prefirió pensar en que se había levantado y ya estuviera a salvo junto a los demás. Aunque la esperanza era leve no podía apartarla de su corazón. Otro pensamiento vino a su mente, sabía que cerca de allí estaba Lord Voldemort buscándola...

_ Ayuda... ¡Ayúdenme!_ escuchó que alguien susurraba desde el suelo. Apenas si reconoció aquella voz ya que se oía extraña. Era Voldemort.

_ ¡Mi... mi señor!_ gritó entrecortadamente un hombre que estaba cerca de allí. Tosía e intentaba acercarse.

Ania no lo reconoció y sólo vio la silueta de una figura oscura con capa. Pegó un respingo al oírlos y rogó que no la hubieran visto, así que no perdió más el tiempo y siguió corriendo, alejándose cada vez más de aquel lugar.

Luego todo sucedió tan rápido que apenas si fue consciente de ello.

_ ¡ANIA! ¡CUIDADO!_ gritó una chica cerca de ella. Era su amiga Becca.

Al darse vuelta la oscuridad aparente se disolvió al mismo tiempo que dos hechizos colisionaban justo frente a ella. Iluminando aún más el lugar, entonces la vio... Bellatrix Lestrange la había atacado por la espalda. La bruja no se detuvo a ver qué había causado la colisión y siguió atacando a Ania con una velocidad admirable y una energía nacida del mismísimo odio.

_ ¡Vas a pagarme todo lo que me debes!_ le gritó la mortífaga mientras aparecía en su rostro una sonrisa demente. Luego volvió a levantar su varita contra la chica indefensa. Nada más le importaba, la quería sin vida a sus pies.

_ Nooooo_ llegó a gritar Ania en pánico.

En ese preciso momento Becca la empujó hacia un costado y se puso frente a ella, convocando un hechizo de escudo que la salvó de milagro. Ania cayó sentada al suelo húmedo y miró a su amiga, asombrada, sin poder creer que Becca aún siguiera allí en la colina ya que pensó que se había ido. La chica Blair había perdido de vista a Charlie cuando los atacaron antes de desaparecerse y decidió no volver. Lo había buscado incansablemente con la fuerza del puro terror hasta que al fin lo encontró, sano y salvo, pero... a pesar de que el chico le suplicó que se fueran ella se opuso. Antes de que la oscuridad los envolviera había visto a Voldemort cerca y a Ania correr lejos de él desesperada, no vio a Tonks y pensó que estaba sola. Tenían que ayudarla, no podían permitir que cayera otra vez en manos del hombre oscuro. Ella sabía muy bien lo que era capaz de hacer ese cruel hombre y lo había sufrido en carne propia. No deseaba un destino así para su amiga. Entonces se quedó, forjando así su destino y el de la propia Ania.

El alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora