♡Capítulo 31♡

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El día pasó algo rápido. Lastimosamente la salida tuvo que ser cancelada ya que nadie contaba con que Justin se iba a enfermar, así que para compensarlo decidí llevar a Jazz al parque.

Al final de todo, las dos podíamos divertirnos mucho, en donde quiera que estuviéramos.

Cuando regresamos ya estaba anocheciendo. Decidí ir a descansar y a ver si alguien necesitaba algo.

—Voy a mi habitación a darme una ducha, _____. Gracias por hoy—dijo Jazz. Yo asentí y le di un pequeño beso en su mejilla. Después solo vi como mi pequeña subía las escaleras.

Me quedé por un momento mirando a la nada. Pestañeé volviendo a la realidad, y como un flash, Justin apareció en mi mente.

Me había olvidado de él por completo.

Ok, no me había olvidado de él. Era imposible que lo hiciera. Había olvidado que estaba enfermo.

Debía ir a ver cómo estaba o si ya se sentía mejor.

Caminaba lentamente por las escaleras. Jazz me había dejado agotada. Quizá podría relajarme un poco con Justin.

Él era el único que lograba que me olvidara de todas las cosas. En sí, de todo el mundo exterior.

Cuando llegué a su habitación abrí levemente su puerta. Lo vi en su cama completamente dormido. Se veía extremadamente tierno.

¿Lo despertaba? Una parte de mí decía que sí porque necesitaba ver cómo estaba y sabía que en el fondo quería escuchar su voz. Pero la otra parte decía que no, que probablemente él quería descansar porque no se sentía muy bien.

Cuidadosamente me acerqué a la cama procurando no despertarlo. Mi corazón se aceleraba al verlo dormido con su respiración lenta y calmada.

Me senté suavemente en la orilla de la cama y puse una de mis manos en la frente de Justin. Tenía demasiada fiebre, había aumentado desde la mañana.

Tenía que llamar a un médico. No podíamos dejarlo así. Lo mejor sería que un experto se encargara de esto.

Busqué una libreta en donde se suponía  estaban todos los números de emergencia.

Trataba de encontrar el número del doctor Williams, del cual Amelie me había dicho que siempre se encargaba de la salud de toda la familia Bieber.

Marqué rápidamente el número que estaba en la libreta y esperé a que contestara.

—Buenas noches. Habla con el consultorio del doctor Williams. ¿En qué le podemos ayudar?—dijo la voz de una chica al otro lado del teléfono.

—Buenas noches—dije suavemente—quisiera saber si el doctor Williams podría hacer una visita domiciliaria.

—Claro. El doctor se desocupara en un minuto nada más. ¿Cuál es el nombre del paciente?—preguntó la muchacha.

—Justin. Justin Bieber—respondí mirándolo. Aún seguía dormido.

—Muy bien. De veinticinco a treinta minutos el doctor estará allí—dijo la chica.

—Muchísimas gracias. Hasta luego—dije suavemente y colgué.

Nuevamente me senté a su lado. Justin se movió un poco, despertando de su sueño para encontrarse con mi cara a su lado.

—Hola—le salude sonriendo.

—Hola _____, ¿cómo estás?—dijo. Su voz era débil.

—¿Cómo te sientes?—le pregunté. Se veía muy mal.

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