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Los días habías pasado, el guardián me había empezado a enseñar otras cosas que podía hacer ahora con la marca del heraldo. Ahora en mi mano izquierda podía emanar un fuego de color negro, era como tener una sombra que sobresalía de esta. Me explico que era el fuego de la muerte, la destrucción y enfermedad. Era un fuego capaz de desmaterializar cualquier cosa que tocara como si de un poderoso acido se tratara, de robar el alma de las personas y también causar de causar un deterioro al organismo de las personas, una enfermedad tan potente e incurable que la persona fallecería en cuestión de minutos si así lo deseaba.
También podía usar telequinesis, una habilidad que solo algunos cazadores posesión. Podía materializar dagas de diferentes colores en sus hojas, aún no había aprendido a hacerlo, pero me dijo que estás me ayudaban a manifestar diferentes poderes. Igual me explico que el fuego negro no era el único, básicamente podía materializar cualquier tipo de fuego y otro especial pero nuevamente, no había sido capaz aún de hacerlo. De momento solo podía controlar el fuego negro y un poco la telequinesis.
Por más que me gustaba la idea, no se lo había dicho ni a Gabriela ni a Susana, que ya se habían vuelto buenas amigas. Las dos el día de mi cumpleaños me habían organizado una pequeña fiesta en la casa de Gabriela donde estuvieron nuestros amigos. Susana se había sentido incomodo en la fiesta, pero trato de convivir con los demás lo mejor que pudo.
También Susana y yo habíamos empezado a ir a la casa de Alexander todas las tardes, debido a que Mario nos entrenaba en artes marciales y antes de que empezaran sus clases, puesto que tenia más alumnos, nos ayudaba a mejorar y controlar mejor nuestras habilidades. Mario se mostraba ansioso por ver que arma me correspondía, pues me dijo que cada retornado tiene un arma asignada que llegaba a nosotros de forma natural cuando la necesitábamos. Pero en mi caso aún no la tenía.
Todo parecía normal, pero lo que no sabían es que desde que aquella marca se había manifestado, yo había empezado a sentirme diferente. Tenia de forma recurrente pensamientos más perversos, quería usar mis habilidades con cada mujer atractiva que veía para aprovecharme de ellas o incluso sentía la necesidad de asesinar. Era algo que estaba tratando de reprimir, pero conforme más lo reprimía más fuertes eran los sentimientos que tenía. Sí quisieras hubiera pedido ayuda a Alexander o Mario para entender porque estaba pasando eso, habría podido evitar lo que paso a partir del mes de mayo.
Eso me remonta al cinco de mayo del año 2019, era domingo. Ese día tenia una cita con Gabriela, acabábamos de cumplir un mes de novios y no habíamos podido estar juntos por lo que ese día, saldríamos solamente ella y yo. Recuerdo que me vestí con unos pantalones de mezclilla entubados color azul y una camisa blanca. Tenia una chaqueta de mezclilla también color azul y una pulsera que ella me había regalado.
Mis padres aún seguían bajo la sugestión que les había infundido cuando los controle el día que asesine a esos asaltantes, no me molestaba y me sentía con más libertad gracias a eso, por lo que no había intentado quitárselas hasta ese momento.
Cuando llegué a casa de Gabriela, esta iba vestida de un pantalón de mezclilla blanco con algunas marcas de desgaste en ellos, aunque así eran desde que los compro, una blusa color rosa y unos tenis converse. Tenía un pasador en el cabello con forma de rosa y un maquillaje en el rostro muy discreto a excepción de su labial que hacía que sus labios brillaran y me llamaban para besarlos. Gabriela era bella, no necesitaba ser una chica rubia de ojos azules para destacar.
—Te ves preciosa.
—Gracias, amor. Tu no te quedas atrás, te ves muy guapo
No estaba acostumbrado a recibir halagos y creo que ningún hombre lo está, pero a mi corta edad los únicos comentarios que recibía referente a mi físico era que parecía un zombi por mi color de piel. No es que fuera un albino, simplemente mi piel era de un blanco poco inusual y más en México. Toda mi infancia me instruyeron a cuidarme del sol debido a que mi piel era muy susceptible a dañarse por exponerme a este, así que él que ella me dijera eso me hacía sentir genial.
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Seacorroz
FantasíaTras sufrir un accidente que lo deja al borde de la muerta, Javier descubré la existencia de seres que viven entre los humanos con habilidades sorehumanas. Volviendose uno más al volver a la vida, la vida lo guiará por un camino poco ortodoxo para g...