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No estaba consciente de lo que estaba sucediendo, hace poco había dejado de poder observar lo que sucedía. Me encontraba en una especie de sueño lucido en el que varias memorias se estaban proyectando en mi mente, memorias que no me pertenecían a mi sino a los seres que habitaban mi mente, una a una empezó a pasar como si de una película se tratara.
Al observar las primeras que inundaron mi mente, pude ver a una familia marginada. Estaban en una suerte de casa, toda la familia se encontraba congregada rodeando y asistiendo a una mujer que estaba dando a luz. Pronto los llantos de una bebé empezaron a hacer eco, era una niña.
La persona que recibió a la pequeña, la envolvió en una manta color hueso y cortó su cordón umbilical. No se veía para nada higiénica, pero era la más limpia que tenían. La acerco a la madre y está, bañada en llanto y sudor, vio a la pequeña que aún tenía parte de la sangre y placenta de la que había salido.
—Que bella eres —decía aquella mujer entre lágrimas—, ¿Cómo la llamaremos?
Un hombre que posiblemente se encontraba en sus cuarentas se acerco para mirar a la niña y a su mujer.
—Tal y como acordamos —dijo aquel hombre—, se llamará como tu hermana pequeña. Martha.
Las memorias avanzaron y ahora veía a una Martha de cinco años. Vestía una suerte de vestido que ya se encontraba bastante roído. La niña lucia un cabello castaño y lacio, aunque su cabello mostraba signos de no ser limpiado en bastantes días, lo mismo que el resto de su cara. La casa donde estaban estaba a las orillas de la ciudad de Castilla, era un hogar bastante humilde donde se notaba que la pobreza abundaba.
Niña y madre emprendieron camino a la ciudad, donde mendigaban por algo de dinero o comida. Sin embargo, eran ignorados por la mayoría quienes la miraban con desprecio o con cara de asco. Mucha gente las corría del lugar donde se postraban, eran indeseadas en aquel lugar.
La niña, cuando pasaron cerca de un puesto de venta de frutas, miraba una manzana como sí nunca fuera la primera vez que veía una. Se acerco con discreción al lugar y cuando el vendedor la noto, la corrió haciendo que la niña se alejará con temor mientras la madre pedía disculpas al haberse percatado de la situación.
Cuando cayó la noche, ambas mujeres regresaron a su hogar. Donde el marido las esperaba.
—Solo pude conseguir una pieza de pan —dijo dejando el pan en una mesa de madera que ya parecía podrida.
—Tendremos más suerte mañana —decía la mujer.
Aquella familia, aún en esa situación, mostraba felicidad. No porque así lo sintieran, sino para que su hija.
Nuevamente avanzaron los recuerdos, ahora veía a Martha en una edad más adulta. Seguía vistiendo ropa en harapos, se encontraba frente a su padre postrado en el suelo cubierto por mantas que apenas y lo cubrían lo suficiente. Aquel hombre, ya con canas, no paraba de toser.
Martha en un cucharon vertía un liquido de un frasco, al acercárselo a su padre este lo bebió y enfoco su mirada en ella.
—¿De dónde sacaste eso?
—Lo robe en el mercado esta tarde
—Sabes que no me gusta que robes; tu madre, en paz descanse, nunca te enseño eso y creo... —volvió a toser—, que yo tampoco.
Podía ver el remordimiento en la cara de Martha, su padre tomó las manos que aún sujetaban el cucharon.
—Perdónanos, por no haber podido darte una mejor vida.
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Seacorroz
FantasíaTras sufrir un accidente que lo deja al borde de la muerta, Javier descubré la existencia de seres que viven entre los humanos con habilidades sorehumanas. Volviendose uno más al volver a la vida, la vida lo guiará por un camino poco ortodoxo para g...