Capítulo 7.

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Agarré una chaqueta de cuero negra que tenía sujetada con un perchero, introduje mis manos en las mangas y me marché. Asomé mi cabeza por el ventanal del pasillo y observé como varias personas se ausentaban de su habitación y acudían al cámpus, ahí estaba Niall, tomando un vaso de café. Me dirigí dónde se encontraba él, se hallaba de espaldas. Tenía el pelo alocado y húmedo por la lluvia. Le di un toque en sus espaldas y se giró rápidamente algo molesto.

—Sí, sí acepto —y me estremecí por su forma de mirar.

—Justo lo que deseaba escuchar, gracias.

Me acarició la mano y emití un gemido que intenté ocultar por muy brusco que fuera.

—Mm, debo irme —dije con la mirada perdida. Me di la vuelta y me dirigí de nuevo hacia donde me encontraba tan sólo hace unos minutos. Ascendí las escaleras e introduje la tarjeta en el hueco que me permitía para entrar a la habitación.

Me quedé dormida sobre la cama durante una hora. Abrí los ojos, los rayos de sol se sobre pasaban de lo que permitía la ventana. Amy estaba a mi lado, viendo la televisioń, Doraemon, exactamente.

—¿No hueles cómo a.. fuego? —le pregunté.

—Sí —me respondió a la vez que olisqueaba poniendo la nariz arrugada.

¡SALID DEL EDIFICIO! se podía escuchar.

Abrí la puerta rápidamente con cara de preocupación y vi como la gente corría por los pasillos.

—¡¡Salid de la habitación, por aquí, hay fuego!! —decía Rose sujetando una cuerda.

Amy y yo corrimos hacia el ventanal, sujete la cuerda y me bajé para abajo, ella me imitó. 

—Tierra firme al fin —dije cuando llegué al suelo del campús.

—¿Alguien quedó dañado? Sí es así váis a la enfermería. El fuego fue de la cocina, pero os prevenimos para que no surgiera nada. Tan sólo la cocina fue un poco quemada, lo demás sigue como siempre. Tranquilos —dijo un bombero.

Yo tenía un rasguño en la pierna que me sangraba a chorro y la enfermera me ofreció una tirita ya que observó que la sangre manchó el suelo. Miré alrededor y vi como si alguien, alguien importante me faltara, era Michael.

—FALTA UN CHICO —chillé alterada.

Yo me ofrecí a ascender sobre la cuerda para buscarle, y así como lo dije lo hice. Escuché a Michael gritar y llorar fuertemente. Esquive el fuego y fui hacia él que no podía andar ya que tenía el tobillo condolido, lo llevé a cuestas.

—Michael ¿estás bien? ¿puedes bajar sobre la cuerda? —le pregunté quitándole el sudor de la frente.

Asintió con la abeza y descendió, yo hice lo mismo.

—¿Estás bien Michael? —dije a la vez que le abrazaba.

—Sí, gracias por salvarme —y me abrazó a la vez que lloraba.

Acompañé a mi amigo hasta a la enfermería, allí le tuvieron en observación por si le había quedado alguna secuela. Gracias a Dios no.

—Gracias de veras Sarah.

—No tienes nada que agradecer, debes descansar.

START | Niall Horan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora