Capítulo 16.

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Abrí mis ojos de par en par y la luz que accedía por la ventana de mi habitación penetraba a través de mis largas pestañas negras como la oscuridad. Miré el despertador, los números destacaban al ser tan brillantes y la luminosidad me fastidiaba. Eran las siete. Me levanté como un relámpago de mi cama y la estiro dejando las sabanas sin ningún pliegue. Observo a Amy al otro lado que comienza a decir cosas sin sentido alguno, parece estar adentrada en una de esas pesadillas en las que se hace imposible poder salir de ellas. ¿Qué hago, la despierto? Supongo que será lo más conveniente y lo mejor para ella, no quiero que lo pase mal. 

—Amy, Amy despierta —le acaricio la cara delicadamente.

No conseguía ninguna mejora, no conseguía despertarla y decidí llenar un cubo de agua o cualquier otro chisme y echárselo por encima. Tal vez de esa manera se despierte. Empiné el cubo sobre su cara, el agua caía y ella fruncía el ceño. Se la eché todo bruscamente, de esa manera se desveló y taponó mis oídos gracias a un chillío que emitió.

—Tranquila, estoy aquí —la abracé.

Ella empezaba a llorar y yo no entendía la razón ni el por qué de ese llanto. Percibía la respiración fuerte y alterada de Amy y yo sólo intentaba calmarla. Estaba bañada en sudor y agua. Aparté las sábanas de su cuerpo.

—¿Estás bien? —le pregunté preocupada, ella estaba más tranquila.

Asiente con la cabeza y la vuelvo a abrazar.

—Lo mejor será que te des una ducha. ¿Vale? Sí me necesitas aquí estoy.

—Sí, gracias —se levantó de la cama haciendo un esfuerzo, se colocó las zapatillas y se dirigió al cuarto de baño para asearse y demás.

Ésta mañana no podré entrar a ducharme porque Amy lleva adentro como media hora y no me queda tiempo. Me pongo una camisa vaquera y un jersey de lana negro encima, vaqueros de color claro y unas botas marrones. Cojo el peine y me cepillo el pelo rápidamente. Me coloco la mochila y me despido de Amy, seguidamente salgo de la habitación. Sin saber el por qué ni el cómo sale de la nada una pequeña nota con algo escrito en ella.

-Sarah Parsons, te espero en el cuarto de baño de las chicas.

¿Quién será? ¿Cómo ha llegado esto aquí? ¿Por qué a mí? Miles de preguntas rondan por mi cabeza  y no consigo respuesta a ninguna de ellas.

Tomo direción hacia dónde ponía en la nota dejando atrás mi habitación y el pasillo.

Entro en el cuarto de baño y desde la puerta veo un chico con  pelo rubio, un chico de ojos deslumbrantes. Miles de mariposas revolotean por mi estómago. ¿Qué sensación es ésta?

—¿Qu-é... qué...? —me cuesta articular palabra.

—Entra —dice en un susurro.

Me acerqué a él poco convencida, estábamos a escasos centímetros. Y él posaba sus ojos en mi, yo desviaba la mirada para no demostrar mi verguenza.

—¿Me vas a decir qué lo de ayer no significó nada? —pregunta apretando la mandíbula.

Ayer Niall y yo asistimos al cine, allí nos encontremos a Rose, Rose Jones, se acopló y yo tenía que aceptar lo sucedido. Fui a comprar palomitas y bebidas y cuando volví a mi asiento vi a ellos dos besándose, me quedé en shock y él me persiguió pero yo sólo corría sin mirar hacía atrás y dejando caer unas cuantas lágrimas. Él me intentaba convencer de que Rose se había lanzado y se vio sin escapatoria.

—No me acuerdo de lo que sucedió ayer, Niall.

—No te hagas la tonta que sé que de eso no tienes nada —se acercó cada vez más y empecé a conmoverme—. ¿Me vas a decir qué en este momento no te encantaría que te besara? No mientas.

—Tengo miedo a enamorarme.

La verdad es que una vez caí en el amor, el chico se llamaba Zac, salí con el durante unos años y no me di cuenta de que viví una mentira. Una asquerosa mentira, desde ese momento me hice a la idea de lo duro que es enamorarse y lo que le contribuye. Nunca lo he vuelto a hacer desde aquella vez y tampoco quiero. NO NO y NO, me niego. Debo de sacarme a Niall de la cabeza aunque sé que me dolerá hacerlo.

—¿Y eso a qué viene ahora, Sarah? —me pregunta frunciendo el ceño y mojándose los labios poco a poco con su larga pero pequeña lengua, deslizándola de lado a lado.

—No viene a nada. Sólo quería decírtelo. Venga, ahora busca a  otra que caiga en tus garras, otra con la que puedas jugar a tu antojo.

—¿De veras crees qué yo juego con las chicas a mi antojo?

Asiento con la cabeza.

—Pues no es así. Tú no sabes nada de mí. Sólo he salido con tres chicas en toda mi vida y mantuve una relación con ellas larga. 

—¿Te digo yo con cuántos he salido? —aparto un mechón de mi cara y lo coloco detrás de la oreja.

Asiente.

—Con uno. Sólo uno. Sólo he estado enamorada en toda mi vida de un chico —le informo—. Tú tampoco sabes nada de mí.

—Sabes mi nombre; no mi historia —me indica.

Estoy apunto de responderle cuando me muerdo la lengua, prefiero callarme a decir cualquier tontería que le pueda llegar a fastidiar. Es un chico misterioso, con cambios de humor muy repentinos. ¿Qué historia? ¿Qué esconde? ¿Por qué ha aparecido en mi vida? ¿Por qué?

START | Niall Horan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora