— Buen día, preciosa —abrí los ojos cuando él le dio un beso a mi nariz y comenzó a acariciar mi cintura—
No tardé en recordar lo que había sucedido. Todo se repetía una y otra vez en mi cabeza como una película sin fin y a pesar de que apenas despertaba ya sentía ansiedad y nervios, me fascinaba aquella sensación de satisfacción que se escondía dentro de mí. No quería volver. Estaba segura. Quería permanecer así el tiempo que Junior me regalara. Ambos estábamos desnudos y vulnerables, pero nunca me había sentido tan única y especial. Junior me abrazaba por la cintura, yo le daba la espalda. Entrelacé nuestras manos y sonreí al escuchar su ronca voz sobre mi oído, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera sintiendo una corriente cosquillenate en mi espalda.
— Creo que deberías cambiarle lo de cama de la pureza —solté una risita nerviosa. Junior me tomó del mentón invitándome a voltear. Lo hice. Contemplé la vista un instante sin quitar la sonrisa tonta de mi rostro. Junior era hermoso, sí, aún con sus ojos pegados y el pelo horriblemente despeinado—
— Creo que tú eres más pervertida que yo —mencionó con la media-sonrisa que daba vuelta mi mundo entero. Corrió un mechón de flequillo de mi rostro con un dedo— Pero también, también eres hermosa —susurró y bajó su mirada. Fue un acción rápida y usual, pero no pude evitarla, me resultó extraña—
— Junior, ¿por qué las tienes? —pregunté acariciando con la yema de mis dedos unas pequeñas pero llamativas líneas rojas en su pecho. Sabía que estaban dentro de él, pero me provocaba tocarlas, porque se veían incluso marcas dibujadas con tinta roja.—
— ¿Estás? —preguntó tomando mi mano, la que estaba usando para recorrer su abdomen, la llevó hacia sus labios, la besó.— Son... son marcas de nacimiento. —tartamudeó y eso me dio lugar para dudar. Lo miré y fingió una sonrisa. —
Desvié la mirada. No me arrepentía de todo lo que había hecho, y dicho. La noche anterior había sido la mejor de toda mi vida. Nadie, jamás, me había hecho sentir de esa manera. Pensé que estaba dispuesta a repetirlo, pero esta vez no sin antes resolver lo que había descubierto, o por lo menos, lo que había visto. Junior me había mentido sobre su edad, y estaba segura que seguía ocultándome cosas, detalles, quizás para él, pero importantes para mí.
Pensar no era lo mejor que podía hacer en ese momento. Cuando me encerraba en mis pensamientos, comenzaba a auto-atacarme y sentirme mal. Y eso estaba haciendo, pensando. Tomé las sábanas y envolví mi cuerpo para levantarme. Junior me rodeó con sus brazos para que no me fuera, pero solo bastó mi expresión más triste para que me dejara ir. Me metí a la ducha y el agua fría detuvo cayó mi consciencia por minutos. Me miré al espejo y volví a recordar a Junior, la noche anterior, besándome, haciéndome el amor. Recordé como corrimos hacia la cabaña por segunda vez y tuvimos sexo. No habían sentimientos, no había emociones, no había ni una pizca de amor. No tuvimos cuidado, parecía como si nuestros cuerpos simplemente se deseaban y necesitaban nosotros, nosotros mismos ni siquiera contábamos.
— ¿____? ¿estás bien? Llevas dos horas ahí dentro —Junior golpeó la puerta y me sobre-exalté. Miré mis manos, mis dedos estaban tan arrugados y blancos que parecían de una mujer de unos ochenta y cinco años. Cerré la canilla y salí de la ducha. Junior entró.—
— ¿Qué haces? —susurré algo, ¿molesta?—
— En realidad no lo sé —negó con la cabeza y dio media vuelta. Abrió la puerta del baño, pero se arrepintió y volvió hacia mí— Te extraño —mordió su labio inferior y sentí un zoológico en mi estómago. Sabía que buscaba. Su mirada, sus gestos. Los reconocía como si lo conociera hace años—
— Junior... yo...—besó mis labios bruscamente interrumpiéndome. Me aferré a su nuca con ambas manos—
— Por favor, no lo digas. No me digas que te arrepientes —dijo casi en una súplica sobre aún sobre mis labios.—
— No me arrepiento. Pero esta noche me iré y, anoche engañé a mi prometido y las cosas simplemente no se ven...
— No volverás a verme, lo prometo —soltó interrumpiéndome nuevamente, ansioso. "No volverás a verme" sus palabras actuaron como una bomba en mí. Me sentí desesperada.—
— ¿Por-por qué? ¿por qué no puedo volver a verte? Junior... —suspiré y me alejé de él. Era el momento. En tan solo unas cuantas horas vendrían por nosotros y entonces todo se habría acabado— Dijiste que si me olvidaba de Tom por una noche, entonces me contrarías todo sobre ti... Junior, ¿quién eres? —un nudo en la garganta comenzó a fastidiarme. No quería llorar frente a él—
— Sé lo que dije, pero no puedo... no ahora —oculté mi rostro frustrada. Algunas lágrimas se escaparon, él iba a sacarme de quicio. Lo empujé y caminé hacia su cuarto para vestirme.— ¿Por qué te molesta tanto?
— Tienes veinticinco años —solté fría. Ya no podía retenerlo. Supe que era verdad, Junior quedó paralizado frente a mí— ¿por qué mentiste? ¿hay otras mentiras? —Junior bajó la mirada y rascó su nuca—Sí, si las hay...
— Pero no fueron malintencionadas...
— ¿Esa es una excusa? ¿estás jugando conmigo?
— No, ____. Yo... bueno, creí que no ibas a venir conmigo si te decía mi verdadera edad —su voz era la de un niño de quince años intentando explicarle a su madre por qué se había escapado de clases—
— ¿Eso tiene sentido para tí?
— ¡Por favor! ¿por qué tienes que actuar de esta forma justo ahora? —Junior elevó la voz y se acercó a mí. Pero lo empujé.—
— No engañé a mi novio y estoy aquí para que sigas mintiéndome en la cara —no reconocía mi propio tono,entendí que Junior podía sacar lo mejor de mí, pero también lo peor —
— Engañaste a tu novio porque preferiste venir conmigo y hacer algo emocionante con tu básica y estúpida indecisión respecto a tu personalidad —soltó firme. Me quedé en silencio y sí, lloré frente a él. No eran lágrimas de tristeza, eran de rabia, de decepción. —
Junior y yo no volvimos a hablar luego de la discusión. Ambos almorzamos y perdimos el tiempo separados hasta que atardeció. Estaba en la cocina, sentada. No hacía más que pensar en cómo iba a decirle a Tom que no quería casarme con él, ¿cómo demonios le explicaría a todos porqué había decidido algo tan inesperado?. Todo estaba preparado para mi casamiento, todos creen que nos amamos. ¿Que pensará Jaebum de todo esto? Él había sido nuestro mejor amigo en común desde el principio de la relación y estaba segura de que me odiaría por hacerle esto a su amigo. ¿Cual sería mi justificación? ¿Tom, mamá, papá, Jaebum, no me casaré porque fui una zorra infiel y ya no sé que siento?.
Estaba a punto de tener otro ataque de pánico provocado únicamente por mí, cuando oí una melodía y vibración cerca. Junior estaba sentado frente a mí y él solo se levantó desesperado y con una expresión de espanto y comenzó a caminar por toda la casa. Eso era un teléfono celular. Junior me había jurado que no había señal, yo no lo había comprobado porque... le creí.
Me levanté aterrada. ¿Por qué Junior había hecho eso? La melodía de su celular seguía sonado y el continuaba desesperado por encontrarlo, pero ya no importaba. La idiota lo había notado.
— ¿Quieres... quieres por favor, explicarme...—el aire comenzaba a agotarse para mí. Mis pulmones se cerraban y sentía una mano invisible alrededor de mi cuello— quieres...—era inútil. Yo no podía controlar mis ataques. No tenía fuerzas—
— Los prendí. Prendí los celulares hoy, lo juro —se excusó entregándome mi celular. Mi cara de horror habría sido realmente tenebrosa, porque Junior me miraba aterrado—
— ¿Qué? ¿que hiciste qué? —musité. Miré mi celular. Estaba realmente agobiada, no era el celular de Junior el que sonaba, era el mío. Era Jaebum. —
— Lo sé, soy un imbécil... yo... quería...
— ¡Habla ya! —grité con las pocas fuerzas que tenía. —
— ¡Estoy muriendo _____!