Junior no me reconocía, no estaba fingiendo, no se trataba de una cruel y vil broma. No mentía. Yo era una extranjera más ante sus fríos y oscuros ojos negros y lo único que estaba logrando con mis lágrimas y desesperación era alejarlo más, incluso que me temiera.
Respiré profundo e intenté llevarle calma a mi cabeza. Mi cuerpo se negaba a colaborar,se sentía débil, como si hubiese echo deportes las últimas tres horas, o incluso me hubiera descompensado.
— Bien, haremos esto —comentó mientras sacaba su teléfono celular del bolsillo. Tenía su celular, era el mismo, ¿por qué no había contestado mis llamados? ¿habría evitado a cualquier persona? ¿el pensaría que era sólo un idiota molestando?. Tragué saliva. Junior se llevó el celular a su oído— llamaré a la policía, quizás ellos te ayuden mejor —ignoré mis deseos de correr hacia él y quitarle el teléfono. Me acerqué y negué con la cabeza levemente, para mostrarme mi tranquilidad—
— Está bien, no estoy perdida. Ya me iré, ¿de acuerdo? —deslicé mis manos hacia su brazo y lo tomé para tomar el móvil y cortar la comunicación. Junior me miraba atónito —
— Se que va a sonar raro y tal vez no debería decirte esto, ya que... bueno, se te ve confundida y... —Junior habló luego de aclarar su garganta y guardar el teléfono móvil—
Estaba desesperada porque continuara, pero no hacía más que rascar su nuca y morder sus labios. Se veía nervioso, mucho más que yo. Yo continuaba fingiendo, paciente, frente a él. Notaba sus decenas de veces quejándose con una expresión. Me pregunté si estaba sintiendo dolor, el se veía realmente bien para estar recuperándose de una operación.
— ¿Te encuentras bien? —Junior alzó la cabeza y me dejó ver nuevamente sus ojos. Lo extrañaba, mucho—
— ¿Por casualidad, me conociste hace unas semanas? —Junior desvió mi pregunta con otra. Por primera vez volvía a sentir mi corazón latiendo, como si su pregunta me hubiera llenado de vida, de esperanza—
— En realidad, sí. —respondí con calma. Junior negó con la cabeza y luego entrelazó sus dedos en su cabello. Se dejó caer en un sillón—
— Lo siento, lo siento mucho —me dijo angustiado, fruncí el ceño, no comprendía su frustración. Me senté a su lado—
— Si en verdad me conociste hace semanas, ¿por qué no sabes sobre mi condición?
— ¿Tu condición? Mira... nosotros, no nos conocíamos bien —apreté la quijada al recordar el sexo, los besos, los abrazos y las llamadas—
— Sobre mi operación, hicieron pruebas en mi cabe.... —Junior se detuvo y suspiró fastidiado. Se levantó y se alejó. Lo seguí— ¿qué estoy haciendo? ¿por qué te estoy contando mi vida? —exclamó casi en un grito. Entendí que era suficiente, no lo iba a conseguir, no en ese momento al menos—
Le sonreí levemente y luego bajé la mirada para que no pudiera ver mis lágrimas. Abrí la puerta y salí cuanto antes. Caminé unos pasos, sin mirar atrás. Sentí una mano en mi espalda, volteé y noté que estaba sumergida en mis pensamientos hace tres cuadras. Junior me seguía.
— Oye, lo siento, no quise ser grosero —dijo agitado mientras apoyaba sus manos en las rodillas inclinadas, las cuales vi tambalearse un segundo después— Estoy bien, estoy bien, no he corrido —sonrió, sentí que moría por dentro. Junior se repuso y nuevamente tocó su cabeza, cerro sus ojos y se quejó— Fui un idiota, tu no tienes la culpa de que no recuerde y sé que nadie diría que me conoce porque sí, no soy importante desde luego —se expresó y dió un paso hacia atrás, debilitado. Quería ocultarlo, pero era evidente su mareo —
— Junior, deja que te ayude y prometo no molestarte más —dije tomándolo del brazo y guiándolo hacia mi. Volvió a mirarme, y sonreír. Esta vez le respondí igual, porque así actuaba con él, irracional, como una adolescente atontada—
— Debí ser bueno contigo —comentó con la misma curva sobre sus labios mientras caminábamos y yo buscaba con la mirada un taxi disponible— ¿Cómo es posible que algo tan pequeño me haga tan vulnerable? — comentó llamando mi atención. Se levantó su cabello de la parte trasera y allí estaba, la herida. Pude ver una especie de venda del ancho del dedo pulgar y largo como el mismo, abrí la puerta del taxi y dejé que subiera primero.—
— Quiero preguntarte algunas cosas, pero no sé si son apropiadas —comenté jugando con mis manos—
— Hazlas, te lo debo... —"te lo debo" ¿a qué se refería?—
— El tamaño de esa cicatriz... no parece... dañina, y tú me haz dicho tantas cosas antes de... antes de la operación, ¿qué es lo que sucede? —pregunté un tanto avergonzada. Mi curiosidad podía arruinar todo, o arreglarlo—
— Es mi cabeza, algo anda mal aquí —Junior miró hacia arriba y se vio extremadamente adorable con su flequillo picándole las pestañas— la operación fue sencilla y no llevó más que unas horas. Como ves, fueron pruebas para estar seguros del diagnóstico
Decidí no cuestionarlo más. Junior estaba siendo comprensivo, pero podía sentir su incomodidad, entre los dos, no era lo mismo. Volvíamos al principio, quizás nuestro destino era ser solo desconocidos.
Nos dirigimos al centro médico que Jinyoung asistía usualmente. Jamás hubiese encontrado ese lugar por mi misma. El entró y me pidió que volviera a la galería en cuanto pudiera, "para saber más sobre nuestra relación". Por un momento me sentí realmente animada, incluso creía que las cosas podrían avanzar, pero no, no era una telenovela. Junior no me recordaba, no tenía idea de quien era y podía leerse en todo su rostro, en sus actitudes, en el querer verme, para tapar ese vacío de semanas que la ciencia le quitó.
Estaba resignada, decidida a decirle que no robaría más su tiempo y que volvería a casa, luego de contarle quien era. Esperé la media hora que Jinyoung estuvo dentro del consultorio afuera.
— ¿Tú? ¿qué haces aquí? —preguntó al verme. Le sonreí y me incorporé abrazándome por el frío—
— Te esperaba, decidí decirte quien soy y como nos conocimos así puedo dejarte en paz —Jinyoung me dejó ver sus hermosos dientes al sonreír, se quitó su chaqueta y la puso sobre mis hombros. Sentí su calidez, la que tanto me había gustado antes... sí, en el corazón, devolviéndome algo de fe. —
— ¿Te importaba tanto como para esperarme en en frío? —preguntó simpático, pero confuso. Por un momento pensé que lo había incomodado y quizás le había dado un poco de miedo, me sonrojé y desvié la mirada— Te acompañaré a casa — concluyó— ¿En que parte vives?
— No, no vivo aquí, vine unos días —le dije tímida.—
— Oh claro, lo siento... ¿de vacaciones? —arrugué mi frente angustiada. No me acostumbraba a que no supiera nada de mí. Él notó mi involuntaria reacción, me pidió perdón con la mirada—
— Sí... es... un descanso —No podía contarle el verdadero motivo, no en ese momento—
— Perdón por haber intentado llamar a la policía hoy... —negué con la cabeza—
— No te disculpes. Es lo que cualquier persona hubiese hecho.
— Te ví con esas marcas, esos moretones y realmente creí que habías sufrido algún accidente, o peor aún, que alguien te había atacado. Pero... estabas tan tranquila... —¡maldición! ¡los moretones!— ¿quieres contarme que te sucedió?
— Prefiero explicarte quien soy, y.... —Jinyoung me interrumpió—
— No me molestas. Desearía reconocerte, el doctor dijo que olvidaría unos meses, también me ilusionó diciendo que tal vez solo serían días, así que supongo que ya se algo de tí. No te conozco hace años. —sonrió. Me quedé observándolo e intentado encontrar el sentido en su oración—
— ¿No olvidaste lo que dijo el doctor luego de la operación?
— Sí. Pero anoté todo lo que pensé, me dijeron e hice semanas antes de oper... —ambos nos detuvimos y miramos fijamente. Conectamos por única vez. No necesitamos hablar, si Jinyoung había escrito todo lo sucedido, yo estaría allí, o por lo menos ese fin de semana—