Capítulo VIII ''Sospechas jurídicas''

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Durante una próxima mañana, surge el día laboral y Sunimaruh madruga, para luego desayunar y salir de la casa, como acostumbra a hacer antes de dirigirse hacia la secundaria. Sin embargo, no resultó como se esperaba, debido a que el sueño que posee Ikinaru es de un elevado nivel de somnolencia y para levantarlo suele ser arduamente trabajoso. Por lo tanto, la joven se dirige hacia la habitación del muchacho y le recibe con un saludo mañanero.

— Buenos días Ikinaru, hoy es lunes y hay que levantarse para ir a la escuela o se nos hará tarde. — Pero al notar que el muchacho no deseaba en levantarse de la cama, se volteaba y se arropa con el manto que lleva puesto sobre sí. Luego de recibir la respuesta del joven dormilón, Sunimaruh se aproxima hacia su extremo y contempla las expresiones faciales que estaban grabadas en el rostro del mismo, quien se muestra boquiabierto y permite que la saliva se exponga alrededor de la orilla de sus delgados labios. Convencida de la imagen del muchacho, insiste en que se levantara, aunque el mismo no le hiciera caso y la ignorara por completo. Asqueada de llamar tanto su atención, se retira de la habitación y nuevamente regresa junto con una cubeta llena de agua. Sigilosamente la joven da unos cuantos pasos hacia al frente, mientras que alza la cubeta con ambas manos sobre la presencia del muchacho y analiza con precisión el siguiente acto a cometer. « ¿Será buena idea despertarlo de esta manera? » Al instante, Sunimaruh voltea la cubeta y derrama toda el agua sobre la cabeza de Ikinaru. Como resultado del impacto húmedo que fue tan efectivo, provocó en gran manera la sensación del temor en el muchacho, de tal modo que brincó sobre las alcobas de su dormitorio y se sujeta de las esquinas del techo, mientras observa con esmero al responsable del acto, hasta que sus ojos se posan sobre la presencia de Sunimaruh, quien aún sujeta la cubeta en sus manos y refleja una mueca dibujada en el rostro.

— Finalmente ya despertaste, bello durmiente. — Sorprendido ante lo ocurrido, entorna los ojos sobre su amiga y la recrimina por las razones de sus actos.

— ¡¿Por qué me despertaste de esa manera?! — Ikinaru muestra en sí una indescriptible cólera, luego de haber sido despertado de esa manera por quien menos pudo haberse imaginado y sería capaz de realizar semejante acto como el anterior.

— Es que pensé que sería una solución alterna para despertarte. Pero de todos modos, siento el haberte asustado, ya que jamás pensé que te asustaría tanto el agua que luchar contra cualquier bestia del bosque.

— ¡Al menos podías haberme levantado con una linterna en mi cara!

— Créeme, hice todo lo que pude. — Sunimaruh, quien sonreía ante los reclamos de Ikinaru, por el único hecho de creer que su idea pudo considerarse un tanto divertida como pesimista, a pesar de que para el mismo no lo fuera, se retira de la habitación, mientras que le hace saber el día y la hora actual, del cual ambos se encuentran presentes. Luego de que ambos se asearan y prepararan sus vestiduras, desayunan y salen del hogar, mientras caminan en rumbo hacia la secundaria. Al llegar a su destinatario, se llevan la gran sorpresa de observar una gran multitud de estudiantes que están siendo interrogados por policías y distanciados por unas cintas amarillentas de señalización, de las cuales están escritas con letras ennegrecidas que llevan consigo el siguiente mensaje a leer: "NO PASAR, ESCENA DEL CRIMEN." Al ver todo esto, Sunimaruh se retracta de la siguiente escena que está pasando delante de sus ojos. Tras observar atentamente a unos guardias de rescate y enfermeros que rodeaban los alrededores de una cama hospitalaria de emergencias, a un paciente que estaba dentro de una mochila oscura; del cual le contrajo una horrible imagen a la joven, luego de acordarse de lo ocurrido en aquel incidente durante la noche pasada en la escuela. En ese preciso instante, recordó la advertencia que Ikinaru le había hecho con respecto a su antigua amiga, quien luego resultó ser un mayor peligro para ella, pero sin embargo, ya no cohabita entre la mortalidad ni en ambos jóvenes. Inesperadamente, la joven comienza a sentir una peculiar textura áspera que traspasaba entre sus dedos, hasta que su mano quedara completamente cubierta por la misma. Acto seguido, voltea su mira en dirección hacia Ikinaru y se percata de que el mismo es quien está llevando cabo el acto de tomar su mano y alejarla del ojo público, mientras acerca sus labios hasta el extremo de los oídos de su amiga y le susurra, de cual le provoca la inusual sensación que no suele persistir, pero al mismo tiempo un cálido aliento se adentra en el interior de su alma y cuerpo.

ABERTURAS  ENTRELAZADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora