Capítulo XXV ''Un destino intrascendente'' (Final)

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La extensa nomina de imposiciones, salta a la vista de la generación, el cual fue masacrado desde todos los flancos. Despierto esta contracorriente, aunque fuera demasiado tarde y ciertamente solo, la habitación apesta a imposibilidad. Ante tal disputa constreñida de la realidad, que ha sido encontrada dentro de los irreconocibles escombros del hospital, dos anónimas esencias malignas luchan frente a frente, mientras se agreden constantemente con palabras y repentinos ataque, que están fuera de lo habitual para el mortal. Seguido de lo previsto, el muchacho que refleja la verdadera identidad de su existencia, procura en esquivar toda clase de truco que pueda surgir del brujo y el cual podría manipular su débil consciencia. Al estar saturado de todo el esfuerzo que ha invertido, el muchacho se agota, por lo que mantiene el rostro inclinado, mientras enmudece y deja fluir del rostro el sudor de su propia sangre. Por otro lado, el brujo que se percata de semejante cansancio reflejado en el muchacho, comienza a responder con carcajadas, mientras se atraganta de sus propias burlas y al mismo tiempo le dirige la siguiente palabra.

— ¿Realmente eres un príncipe? — El brujo se mofaba de la autoridad del muchacho, quien frecuentaba el agotamiento a través de sus respiraciones y se mantenía al margen de lo sucedido en su entorno. — ¿Crees que podrás librarte de mí? — No obstante, el muchacho contradice las palabras del brujo, mientras endereza su cuerpo y con la espada, lo señala con tal pendencia reflejada en su airado aspecto demoniaco.

— Un viejo decrépito como tú jamás podrá ceder ante el legado que me ha sido otorgado por mi difunto padre. — Del mismo modo, el brujo lo confronta con la veracidad de sus maldicientes palabras.

— Tú lo has dicho, jamás podré ceder ante tu nombre, pero jamás podré cesar ante el nombre de tu difunto padre. — Al instante, el muchacho que arde en llamas, sujeta con firmeza la espada, por lo que realiza unos cuantos movimientos con el mismo y desata sobre ello, el espíritu del Tora-Oni, que ha sido invocado por la lengua de su idioma natal y quien se manifiesta como un gigantesco tigre siberiano, con dientes de sable y con la furia de un ogro demoniaco, que surge de su engrandecida cavidad bucal. Acto seguido, el muchacho prosigue con el mutuo diálogo que mantiene con el brujo, quien se muestra temeroso ante la imagen reflejada en el mismo y se retracta de sus propias habilidades oscuras.

— ¡Nunca blasfemes contra el nombre sagrado de mi padre! — Por consiguiente, el muchacho, quien ahora anda con el espíritu viviente de su espada, corre tras la presencia del brujo de apariencia endeble, pero sin embargo, el mismo refleja consigo una sonrisa dibujada en el rostro, por lo que prosigue con uno de sus encantamientos mágicos y distorsiona el entorno general que rodea a su contrincante. Luego de aquel repentino acontecimiento, el muchacho se confunde ante la realidad que le ha sido trastocada, por lo que su poder se desvanece en tan solo un instante y quien de hecho, refleja consigo la familiaridad de las notables facciones que están grabadas en su rostro. Anonadado ante lo que se muestra delante de sus ojos celestes, el muchacho parpadea numerosas veces, quien luego nota que el lugar que rodea su entorno no es nada más ni menos que la sala principal de su hogar, por lo que después se asegura de lo que ve con tocar los objetos presentes, hasta que sus extremidades se paralizan en cuanto se percata de un leve susurro que proviene de la incomprensible presencia de aquella persona y quien se manifiesta detrás de su presencia demoniaca. Al estar sorprendido ante el inesperado llamado, se voltea con desesperación y ante sus ojos, contempla la siguiente figura que podría ser la de su esposa, quien porta consigo vestiduras emblanquecidas, y carga entre sus brazos al bebé que aun no ha conocido y está envuelto en mantos blanqueados. Seguidamente, el muchacho refleja la estupefacción en su rostro, por lo que se acerca lentamente hacia la presencia de su amada y la misma le sigue el paso. De igual forma, ambos se observan mutuamente, mientras sonríen a la par y se dirigen la palabra el uno al otro.

ABERTURAS  ENTRELAZADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora