Capítulo XXIV ''El arrebato''

4 1 0
                                    


Han pasado ya los nueve meses desde que regresaron de la isla del encanto hasta Aokigahara y por ello, cada etapa vivida en carne propia de la gestación, ha culminado en su periodo. Actualmente, la pareja se encuentra sentada en frente del exterior de su hogar, mientras leen juntos un libro y la joven refleja su abultada panza, de tal modo que su marido se la toca frecuentemente, aunque la misma se jacte de sus constantes caricias y mimadas. Seguidamente, continúan leyendo, hasta que una pequeña patada los saca de concentración, por lo que se detienen en su tiempo de lectura y atienden al llamado de la criatura que duerme dentro del vientre de su madre. Mientras reflejan las sonrisas sobre sus rostros, al mismo tiempo responden ante el bebe que se mueve desde el interior de su estómago.

— Me ha vuelto a patear. — La joven responde en contentura, mientras que su marido posa su rostro sobre la panza de su mujer y escucha y siente cómo el bebé capta la atención de sus padres.

— Puedo sentirlo y también escucharlo. — El muchacho se despega de su panza, aunque no despegara su vista del mismo y siguiera acariciándolo como de costumbre. Por otro lado, la joven que carga consigo la maternidad en su vientre, se cuestiona ante los sentidos que posea el bebé.

— ¿Crees que nos entienda?

— Tal vez no, pero si nos puede presenciar desde adentro. — La pareja se recuesta sobre el asiento, mientras que el muchacho extiende un brazo sobre el espaldar de su amada y contempla el panorama que rodea su entorno. Mientras tanto, prosiguen con la misma temática del diálogo.

— Estoy ansiosa porque nazca el bebe.

— Querrás decir ''nuestro'' bebé. — Ante tal comentario de humor satírico, la joven embarazada posa un puno sobre el brazo de su amado, quien le responde con un gemido y la misma le devuelve la respuesta, con el mismo tono que imitó de su marido.

— Es obvio que también es tuyo y te conocerá como su padre.

— Cierto. — Sin nada más que decir, enmudecen mutuamente y reposan sobre el asiento exterior. Sin embargo, el cielo comienza a oscurecer, por lo que el muchacho cambia repentinamente la expresión de su rostro y se convence por retirarse del lugar, en donde se encuentra sentado y junto con su esposa embarazada. — Será mejor que entremos ahora mismo.

— También pienso lo mismo. — Pero inesperadamente, la joven se detiene en medio de su paso, mientras entumece el cuerpo entero y gime con estruendoso alaridos. — ¡Ah! — Inmediatamente, el muchacho responde ante la dolorosa queja que emite su amada.

— ¿Te encuentras bien? — La joven no supo cómo responder ante la preocupación de su marido, mientras hablaba de manera entrecortada y soportaba el dolor que provenía desde su vientre hasta la entrepierna.

— Creo que... estoy... a punto de... romper la fuente. — Luego de lo mencionado, los flujos comienzan a descender desde la entrepierna de la joven, hasta que caen sobre el suelo y forman un extenso charco que tocan sus pies. Por otro lado, el muchacho se horroriza ante tal suceso, en cuanto se percata de que además de la transparencia reflejada en los fluidos, también estaban envueltas en manchas de sangre. Al estar alarmado ante tal repentina llegada, el muchacho carga entre sus brazos a su esposa y la adentra hacia el interior de la casa. Una vez que están dentro de la casa, el muchacho cierra todas las puertas y ventanas del mismo, mientras buscan un lugar seguro para ayudar a su mujer en el parto. En cuanto sube hacia las escaleras, abre la puerta de su habitación de una sola patada, por lo que entra al instante y la joven es recostada sobre la cama por su marido. Posteriormente, la joven se contiene de las rupturas de su vientre, mientras que el muchacho trae consigo todo lo necesario para llevar a cabo el comienzo del parto. Por consiguiente, el muchacho procura en consolarla de sus dolores, mientras le asegura el cuidado de su bienestar y del bebé que está a punto de nacer.

ABERTURAS  ENTRELAZADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora