Capítulo XVI "La viuda negra"

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Convencido ante la inmensa fealdad reflejada en el aspecto físico de la misteriosa mujer, el muchacho se mantiene callado, hasta que la misma corrompe el silencio y acalla el canto de los tejidosque están incrustados sobre las ramas de los pinos.

— Qué conmovedora sensación verlo por aquí, mi príncipe. — La mujer de aspecto arácnido realiza una reverencia delante de Ikinaru, a pesar de que fuera una muestra de su más sincera burla y el mismo la ignorara. — ¿Qué te trae por aquí?

— Sabes muy bien por qué razón vine. — Luego de escuchar la respuesta del muchacho, la mujer sólo danzaba y jugueteaba con su tela de araña, mientras que lo escuchaba y seguía estando involucrada en su mayor entretenimiento. — Déjala ir y me quedaré contigo. — En el momento en que la joven escucha las palabras directas de su amigo, se aterra y llorosamente comienza a suplicarle en negación de su decisión, aunque para la mujer fuera un soplo de música para sus oídos. Sin embargo, los gemidos de la joven estropeaban su melodía, por lo que la mujer decide callarla con el hecho de colocar un pedazo de tela de araña sobre la boca de la misma y atender con sumo interés las palabras del muchacho, quien no refleja el agrado ante su pálido rostro que esta encendido en llamas. — Ella no tiene nada que ver, es a mí a quien buscas.

— Podría dejarla ir, pero hay tantas cosas interesantes en ella que deberías saber. — Ikinaru pone oídos atentos a su respuesta, aunque para la joven significara un leve sacrificio mortífero.

— ¿De qué hablas?

— En resumidas cuentas, mi tela de arácnido tiene la habilidad de obtener cada dato biográfico de mis víctimas, del cual puedo leer abiertamente sus experiencias vividas y un irremediable destino incompleto. Precisamente, ya acabe de leer la de su amiga.

"Según el pasado de Sayako Sunimaruh, cuya niña se crió bajo la tutela de su hermana mayor y sin contar con el apoyo de los padres que nunca conoció, desde entonces vive en una casa que está ubicada dentro de un bosque suicida de Aokigahara, el cual es un hermoso paraíso natural que se encuentra al noroeste de la base del Monte Fuji, entre la prefectura de Yamanashi y Shizuoka en Japón. Diez años después, su hermana la abandona sin justificar alguna excusa razonable y dejar rastro clave ante su propia desaparición. Desde ese entonces, le surgen a la niña ciertas pesadillas que se manifiestan cada vez que se recuesta sobre la cama a mitad del anochecer, de los cuales aun no ha superarlo y ni siquiera ha podido encontrar la manera de afrontarlos. Durante su adolescencia, tuvo que enfrentarse ante ciertas adversidades que obstaculizaron su autoestima, mientras estuvo sola y tratando de defender sus propios derechos. Comenzando la secundaria, sufrió varias humillaciones por parte de la destacable estudiante de la escuela, Hideaki Shura; y del cual cursó junto a otra estudiante que más adelante fue su mejor amiga, Takahashi Josephine. A mediados del segundo año en otoño, conoce al nuevo estudiante ingresado de la escuela, Kaichike Ikinaru, quien al parecer trajo muchos problemas consigo y perjudico en gran maneta el bienestar emocional en la joven. Pero eso no es todo, empeora aún más cuando se da cuenta de que será su nuevo compañero de clases y por lo tanto, estuvo varias semanas preocupada por toparse con su presencia, hasta que el muchacho le revela su verdadera identidad como el fugitivo príncipe del inframundo. Luego de eso, ambos se hacen amigos, Jpor lo que la mejor amiga de la joven comienza a sentir celos por aquella nueva amistad. Tras una discusión entre ambas amigas, rompen sus lazos de fraternidad y no se dirigen la palabra por un prologando tiempo, hasta que en una noche, Josephine le revela su verdadera identidad demoníaca y revela sus mas horridas intenciones en aniquilar al muchacho y desterrar la existencia de la joven. En medio de aquel embrollo, Sunimaruh descubre su verdadera identidad como un ser de la luz y logra derrotarla con un arco hecho de bronce, que fue dotada como regalo por parte del Reino de los Cielos." — La mujer que está a punto de concluir el relato escrito en su tela de araña, lo acorta, mientras que lo echa a un lado y prosigue en su diálogo. — Luego de dicho relato, ocurre una serie de acontecimientos que no quisiera seguir leyendo y por lo menos ya he mencionado lo más importante de su historia. — Una vez que concluye el relato de la joven, el muchacho se muestra atónito ante las palabras que relataron el pasado de su amiga, mientras que la misma tenía el rostro lavado en lágrimas. — Hay por favor, deja de ser tan sentimental y muestra la mujer que verdaderamente eres. — La mujer se aproxima con un paso sensual hacia el extremo de su víctima que está atada a sus redes, mientras que comienza a acariciarle una mejilla con las alargadas uñas que posee y al mismo tiempo le responde al muchacho. — Si te apetece, también puedo leerte su futuro. Veremos si todavía tendrás interés por esta chica que parece ser inocente, pero quizás detrás de aquella apariencia oculte algo que menos te espera saber de su parte y quién sabe si está dentro de su ropa. — La mujer que comienza a colocar sus manos sobre el interior del cuerpo de la joven, provoca el enojo del muchacho, por lo que el mismo se enciende en llamas y arrasando todo a su paso, corre tras la presencia de aquella mujer, aunque la misma desapareciera y liberarla sobre la palma de su mano un enorme saco de tela de araña, del cual la hace sujetarse con firmeza sobre el extremo que toque, que en este caso fue la rama de un árbol. — ¡Atrápame si puedes! — El muchacho sigue su paso, mientras corre y brinca sobre las ramas de cada árbol y esquiva cada ataque que la mujer emita a revés de sus tejidos de araña. En el momento en que se percata de la presencia cercana de la mujer, eleva la temperatura corporal que emana en su interior y acto seguido, se abalanza contra ella, hasta que ambos caen sobre el suelo y carbonizan todo a su paso en muchas migajas de cenizas. Por tanto, ahora que la mujer se encuentra recostada sobre el suelo, mientras que delira ante el impacto masivo que recibió, alza la mirada y nota que frente a sus rojizos ojos posa la punta filosa del Tora-Oni.

ABERTURAS  ENTRELAZADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora