Ambos jóvenes que se encuentran reunidos en la cocina, guardan silencio el uno al otro, mientras que el muchacho prepara el desayuno y la joven se mantiene de brazos cruzados y sentada sobre una silla; abrigada de un peludo abrigo invernal y junto con unas pantuflas puestas en sus pies como calzados. En cuanto su compañero le entrega un té caliente, Sunimaruh prueba dos sorbos del mismo, pero se atraganta y comienza a toser fuertemente.
— No lo tomes muy rápido o te ahogarás.
— Ya lo hice.
— Entonces sé paciente y espera a que se enfríe.
— De acuerdo. — Con su típica mueca reflejada en los labios, la joven coloca la taza con té sobre la mesa y se aferra más en arroparse de su propio abrigo. A pesar de que el clima hablara por la expresión reflejada en el rostro de Sunimaruh, el muchacho le entrega una cálida sopa con fideos, por lo que después se sienta frente a ella y la observa directamente hacia su pálida mirada, del cual comienza a sentirse apesadumbrado y se ve forzado en tener que descubrir aquel malestar en su ser.
— No permitiré que esto continúe, así que hay que detenerlo de alguna manera posible.
— ¿Cómo lo haremos si no sabemos de quién proviene?
— Probablemente sé de quién vendrá. — Al escuchar las palabras de su amigo, la joven pone oídos atentos a su respuesta y lo interrumpe.
— ¿Cómo has dicho?
— Todas esas señales que has percibido, posiblemente provienen de un ser muy astuto que no te convendría enfrentarlo cara a cara.
— ¿Por qué no?
— Porque no quiero que vuelvas a salir herida por mi causa.
— No me importa en lo absoluto si sobrevivo o no a esta persecución por ti, solo quiero reconocer la identidad de este individuo que me está asechando y quisiera saber si tú lo conoces.
— No me acuerdo muy bien, pero entiendo que está relacionado con lo que está ocurriendo ahora mismo.
— Desde ayer, comencé a tener estas extrañas sensaciones. Eran tan frías, que el interior de mi cuerpo se congelaba hasta petrificar mis músculos por completo. — Sunimaruh entorna sus ojos hacia Ikinaru y lo observa detenidamente. — ¿Se tratará de una bruja de las nieves?
— Temo decírtelo, pero esto no es un cuento de hadas, es una situación severa que hay que resolver.
— ¡No estoy bromeando! — Sunimaruh levanta su tono de voz delante de la presencia de su amigo, mientras que refleja cierta contradicción en contra de su respuesta. — ¿Crees que lo que digo es pura habladuría fantasiosa? ¿Tú lo supiste desde un principio?
— No lo vamos a resolver con discusiones.
— Si me lo hubieras dicho, al menos hubiera estado preparada para lo que me esperaba.
— Escúchame bien, antes de enfrentarnos contra el adversario que nos asecha y como todos los anteriores que nos han atacado, tienes que saber de dónde realmente provienen antes de llegar al mundo de los mortales.
— ¿Qué sentido tiene saberlo?
— Bastante, la gran mayoría de ellos fueron y siguen siendo encomendados por el mismísimo Diablo. Si lo digo no es para asustarte, sino porque hablo en serio. Él es real y no es un pequeño hombrecillo rojo con cuernos y cola. Puede ser hermoso, porque es un ángel caído y solía ser el preferido del Altísimo.
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ABERTURAS ENTRELAZADAS
FantasíaLa historia gira en torno a Sunimaruh Sayako, cuya adolescente de quince años que carece emocionalmente, vive dentro del bosque de Aokigahara, el cual también es conocido como el ''Bosque Suicida'' o ''Mar de Árboles'' y está cerca del Monte Fuji, e...