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A la mañana siguiente, me sentía... extraño.

No tenía otra palabra para describirlo.

Me sentía ligero.

Como si pudiese volar.

Basta, parezco sacado de algún complicado soneto de Sheakspeare.

Pero era inevitable.

Tú sola provocabas que quisiera decir todas esas cursilerías.

The unexpected disaster of Athenea Lander (TaSH #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora