A las afueras de Lima, Perú
Agosto, 2014
He decidido hace dos segundos, en que voy a robarte tu idea. Era frustrante verte con una libreta vieja todo el tiempo, o escribiendo en las notas de tu teléfono cada vez que algo fuera de lo común sucedía.
Cosa que era, bueno, más frecuente de lo que me gustaría admitir.
No sé con exactitud cuánto tiempo ha pasado. Solo recuerdo haberte abandonado. O, al menos, nunca explicarte lo que había sucedido realmente.
Debes creer que soy la peor de lo peor (Así es la frase, ¿no?) (Le preguntaré al muchacho del asiento de al lado) (Me miró raro. Hay probabilidades de que mi español no esté tan bien como creía) pero de cualquier manera, e incluso aunque tal vez jamás vuelva a verte, nuestra historia terminará de ser escrita de alguna u otra forma.
Ni siquiera me gustaba salir sola del hotel. Lo detestaba. Tenía miedo de encontrármelo.
Y un día, de pura casualidad, mis temores se hicieron presentes.
Sabía que me había estado observando por un largo tiempo. Veía a sus hombres revolotear cerca de nosotros, y estaba esperando el momento justo para abordarme. Lo hizo.
Yo solo buscaba comprarte un horrible suéter que dijera algo gracioso. Nunca creí que, 1) no podría dártelo jamás, 2) no te volvería a ver después de esa noche.
Cuando lo vi, bueno, mi corazón se detuvo en seco. O en sangre, dicho sea. ¿La sangre rodea el corazón?
De cualquier manera, todo a mi alrededor se detuvo. Se veía devastadoramente guapo como de costumbre, con su perfecto atuendo de (mejor no les digo ni la marca ni el precio) niño rico, y su peinado impecable, sin ningún cabello fuera de posición. Aunque debajo de esa sonrisa, sabía que solo había rencor y un monstruo escondido.
Claramente, trato de llevarme a la fuerza. Sabía que no me había golpeado solo porque era una plaza y yo gritaría. Ni siquiera trato de ser amable conmigo por un míseros segundo. Fue el hijo de puta del que ni siquiera me venía a la mente un solo recuerdo feliz.
Quería mis propiedades. Quería mi herencia. Quería mi cuerpo en su cama de nuevo.
Quería mi alma, básicamente.
Yo solo quería golpearlo.
Al final, llegamos a un acuerdo.
Que me rompió el corazón, el alma, y todo, en miles y millones de pedazos.
Me dejaría en paz. Incluso me daría el divorcio.
Si yo me desaparecía de tu vida.
El perro posesivo ni siquiera podía soportar la idea de verme feliz con alguien más. Decía que tenía que sufrir de la manera en que el lo hizo, buscándome por todo el mundo.
Y también, que si no aceptaba la oferta, el te haría desaparecer. Para siempre.
Tenía el dinero de sobra para eliminar a un pelirrojo de Florencia sin que nadie hiciera preguntas.
Y, mierda, yo jamás permitiría eso.
Me concedió una noche.
Solo una.
Me compró un boleto de avión rumbo a México para la primera hora del siguiente día, y firmé el divorcio en ese mismo momento.
En cuento llegué al hotel esa noche, el alma se me fue a los pies.
Estabas perfectamente dormido, suspirando tranquilo, sin la más mínima idea de la atrocidad que yo estaba a punto de cometer.
No quería dejarte. Nunca.
Eras mi hogar.
No Inglaterra, ni Irlanda, ni Suecia.
Eras tú.
Lo que había estado buscando toda mi vida.
Así que esa noche, no cerré mis ojos ni un solo segundo. Estuve horas y horas apreciando tu rostro y dejando besos suaves como plumas para no despertarte.
Hice mi maleta tratando de contener el llanto. Y cuando terminé, me acerqué para darte un último beso. Solo uno.
Susurraste mi nombre entre sueños.
Y yo me fui.
Dejando mi corazón atrapado en ese susurro tuyo.
Han pasado cinco meses de eso. No he sabido nada de ti. Y supongo que tú tampoco de mi. Pero, Cameron, mi Cameron, en donde quiera que estes, deberás saber que no hay una sola hora que no piense en ti.
Tu recuerdo me mata y me alivia, tanto que no comprendo ni cómo es posible.
Pero tengo una última promesa.
Te encontraré.
Y esta vez, seré lo suficientemente valiente como para no dejarte.
•••
Bueno, ¿qué les puedo decir? Ella ha estado desaparecida cinco meses y yo seis. Se que soy lo peor de lo peor (yo si me sé la frase) pero, ahora mismo está lloviendo, estoy sola, y mi corazón tenía ese ansia por seguir contando una historia que nunca debió tener un final.
No hay mucho que decir, mas que, aún queda historia por contar.
Los desastres son inesperados.
Como tiene tiempo que no ando por aquí, ya no sé cómo funcionan las cosas realmente.
Así que quiero hacer mención especial a la chica que nunca ha dejado de creer en mi, y vive con su alma llena de esperanza.
Esto es para ti, Macabere. Maha, sin ti, me habría rendido hace mucho. Te adoro con mi vida y mi panza y todo.
Los ama,
D.
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The unexpected disaster of Athenea Lander (TaSH #2)
ContoAthenea Lander tiene tres cosas: Mala suerte. Cabello color azabache. Y muchas preguntas. Pero, ya sabes lo que dicen. «La gente torpe también necesita amor.» Segunda parte de la colección "There's a story here."