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Esa noche, salimos a cenar.

No reías.

No sonreías.

Tu mirada solo... estaba en algún otro punto que no fuese yo.

Y te pusiste ebria.

Compraste varias botellas de vino.

Y solo tomaste. Y tomaste, y tomaste.

No te detuve.

No podía.

Estaba asustado, Athenea.

Demasiado.

¿Cómo se supone que debía tratar a la desconocida que se encontraba frente a mi?

Había miles de cosas que aún no sabía.

Cosas que no me habías contado.

Y confiaba en ti, plena, y ciegamente lo hacía.

No me importaba tu pasado. No me importaba tu fortuna.

Me importabas tú.

Incluso cuando parecías no sentir lo mismo.

The unexpected disaster of Athenea Lander (TaSH #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora