Salida de Prisión

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El día finalmente había llegado. Jason, con gran entusiasmo, se despidió uno a uno de sus amigos de la prisión, pues hoy se cumplía su condena. Con una gran sonrisa soberbia saboreaba la libertad en la punta de la lengua al momento que era escoltado por dos guardias hasta la salida. Podía sentir ya el viento chocar en su rostro al conducir una vez más su Harley Davidson. 

El momento que había esperado por seis años llegaba como si no fuera real, sin embargo lo era, más que los buenos deseos de su compañero de celda. El oficial le entregó una caja con sus pertenencias, adentro estaba su chaqueta marrón de cuero, las llaves de su motocicleta, encendedores, y dinero en efectivo.

Fuera de la penitenciaría, Bruce lo esperaba y apenas ambos estuvieron frente a frente, los dos ex-compañeros se abrazaron con fuerza.

—No puedo esperar por ver a los chicos —fue lo primero que dijo Jason.

—Todos te hemos echado de menos —respondió.

—De seguro Tim ya debe ser todo un hombre.

—Diecinueve años —afirmó Wayne—. Es hora de irnos. Los chicos te tienen preparada una sorpresa.

—Bien, no hay que hacerlos esperar, no después de seis años.

...

Apenas el auto de Bruce llegó a la mansión, todos apagaron las luces y se alistaron para darle una grata sorpresa.

Jason cruzó la puerta detrás de Bruce, todo estaba completamente a oscuras y antes de que hiciera algún comentario, los chicos gritaron al unísono a la par que encendían las luces.

—¡BIENVENIDO A CASA!

Había globos de helio y serpentinas por todos lados, Dick, Barbara, Tim, y Alfred estaban ahí y portaban gorros de fiesta. En la mesa estaba un glorioso pastel de chocolate con trozos de galleta y junto con litros de helado de vainilla. Colgada en la pared estaba una gran manta de colores de la que podía leerse "te extrañamos mucho"

Fue imposible para Jason contener las lágrimas tras el cálido recibimiento de su única familia. Todos fueron a abrazarlo al mismo tiempo, y esto empeoró su esfuerzo por tratar de no llorar de emoción.

—Hermano —comenzó Dick —nos hiciste mucha falta.

—Ustedes igual a mí, ¡ven aquí y abrazame, no seas maricón —contestó estrechándo entre sus brazos a su hermano.

—¡Barbara! —exclamó girándose hacia la pelirroja —¡Por dios!, estás idéntica a como te ví por última vez.

—Quisiera decir lo mismo de tí —contestó extendiendo sus brazos hacia él —¡pero mírate! Se ve que aprovechaste el tiempo ejercitándote.

Jason rascó su cabeza un tanto ruborizado.

—Gracias, Babs.

Tim se lanzó a abrazar a Todd.

—¡Pequeño! ¡Cuánto has crecido! Mira que te ha salido la barba.

—A pesar de que creí que no te extrañaría, terminé tachando los días en el calendario para volver a ver a mi hermano.

Jason despeinó su cabello y besó su frente.

—¡Hey! —exclamó Timothy limpiándose la frente, Jason tan solo negó con la cabeza con una sonrisa.

—¿Dónde están Damian? ¿Dónde está Helena? —preguntó al no verlos por ningún lado.

Bruce alzó una ceja mirando al vacío.

—Ah, esos niños —respondió tras rodar los ojos -—están en un internado.

—Hoy por ser una ocasión especial Alfred preparó la comida —prosiguió Barbara con ánimos para romper con aquel incómodo momento.

Lo Mejor de mi, Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora