13.

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Llevo casi quince minutos sentado junto a Denise, esperando a que la cocinera se digne a servirme el plato de espaguetis que le ha servido a todos los demás. No la culpo porque se tarde, simplemente tengo muchísima hambre y quiero comer de una vez. El comedor está lleno de gente. La música, que se puede escuchar perfectamente en las mañanas, ahora se encuentra opacada por cientos, quizás miles, de voces alrededor. Todas menos la mía. Estoy totalmente callado, sin habla. Aunque Denise esté a mi lado, no se decide a dirigirme la palabra desde lo que pasó en el dormitorio. Ni siquiera porque me siente junto a ella, intenta hablarme. Se concentra en charlar con Ángel y Axell, nada más. Dejándome a mí, excluido de todo, como si fuera alguna clase de castigo, por casi haberla besado.

—He pensado en hacerme un tatuaje. —comenta Ángel.

Denise lo mira con desaprobación.

—¿Y qué lograrás con eso? —pregunta, frunciendo los labios. —Sólo vas a arruinar tu cuerpo.

—¿Qué más da? De aquí a veinte años, no tendré cuerpo que dañar. —le echa en cara Ángel. El profesor Andrés le ha dicho, en la clase pasada, que mientras más utilice su habilidad, su cuerpo irá desmaterializando poco a poco, hasta quedar sólo como humo. Desde entonces no ha dejado de ponerlo como excusa para hacer lo que quiera. Al principio, parecía un poco frustrado por la noticia. Pero parece, que después de hablar con Andrés, ha empezado a aceptarlo.

—El profesor dijo que eso era sólo una simple teoría. —señala Denise. —Y, si lo piensas bien, suena ridículo. ¿Cómo puede desmaterializarse un cuerpo? No puede ser posible.

—Para las personas normales, no es posible que alguien pueda borrar la memoria, y aún así, lo haces. —se me ocurre comentar, pero Denise hace caso omiso e ignora mi comentario.

—Tiene razón, los corrientes creen que, lo que hacemos, es algo imposible. —Ángel me apoya. —No porque creas que algo es imposible, significa que lo sea.

—Es imposible que mueras en veinte años. —le lanza Axell, con una sonrisa de oreja a oreja y éste se ríe.

—Idiota. —logra decir, entre risas.

—¿Qué es eso de, los corrientes? —pregunta Denise.

—Los corrientes son las personas normales. Esa es la denominación que les tienen aquí. —explica Ángel. —Aunque, la mayoría lo usa más como un insulto. —agrega.

—¿Por qué? —pregunto.

—Pues, aquí se refieren a las personas normales, como seres inferiores, ya que nosotros somos la evolución de ellos y todo eso. Por eso, cuando te dicen corriente, es como si te dijeran que eres un ser inferior.

—¡Es una estupidez! —dice Denise, suspirando. —¿Qué clase de persona pensaría de esa forma?

—Todos. —interviene Axell. —No me malentiendas, Denise, pero esa es la verdad. Ellos son inferiores a nosotros. Tú sabes que es así.

La verdad, tiene razón. Sí algo he aprendido en el poco tiempo que llevó aquí, es que, definitivamente, todos nosotros, somos mucho más evolucionados que las personas normales. En todo sentido. Y seguramente Denise también sabe que es así, aunque no quiera admitirlo.

Denise aprieta los labios.

—Pues, esos seres inferiores, tienen mucho mas corazón, que la mayoría en éste asqueroso lugar. —le lanza Denise, bajando la mirada. No puedo evitar imaginarme en qué está pensando. Su abuela...

—Lo sé... —expresó.

La cocinera por fin se dignó a servirme mi plato de espaguetis, tiene varias albóndigas alrededor, bañadas en salsa y encima de todo, lleva un puñado de queso. Y yo, no pierdo tiempo. Agarro el tenedor que me coloca junto a mi plato y me limito a comer. Está delicioso. Definitivamente. La comida de aquí, es la mejor que he probado.

—Bueno, Denise, —dice Ángel, luego de un rato. —dime, ¿Qué te parece, si mañana por la tarde, salimos un rato, sólo tú y yo? —no puedo evitar sobresaltarme al escucharlo.

Observo a Denise a ver que dice, y ésta me observa a mí de reojo. No sé exactamente, que espero que le conteste.

—Ehm. —vuelve a mirarme de reojo. —¿Mañana?

—Sí. Es sábado, y tenemos todo el día libre. Así que pensé, que podríamos salir un rato, sólo los dos. —explica, pero Denise se queda muda. Igual que yo. No estoy seguro de que espero que diga, pero sí me asusta un poco lo que pueda llegar a responder. Aunque, tampoco sé porque me asusta.

—Bueno..., yo..., no sé... —dice, volviendo su mirada a mí.

Ángel no tarda mucho en notar la manera en la que Denise y yo, intercambiamos miradas.

—Mierda, disculpa, ¿Hay algo entre ustedes dos que yo no sé? —pregunta, apenado.

—¡No! —respondemos, al mismo tiempo.

—¿Seguros?

Denise me observa fijamente, con lo ojos abiertos, como platos. Parece que le preocupa lo que yo pueda decir.

—Sí, tranquilo, Ángel, no hay nada entre Denise y yo. —digo, finalmente y Ángel asiente.

—¿Entonces, no hay ningún problema en que salga con ella? —pregunta y yo niego con la cabeza.

—No, no hay problema. —agrega Denise, con un tono diferente. Es un tono que no logro reconocer. —Acepto tu invitación.

Por alguna razón, me molesta que Denise y Ángel vayan a salir mañana por la tarde. No estoy seguro del porqué. Tal vez sea porque sólo parece querer ligarsela, o simplemente que Ángel no me da buena espina. Pero, cualquier razón que se me ocurra decir, soñaría estúpida. Sí es verdad que Ángel sólo parece querer ligarse a Denise, pero..., ¿Eso, a mí, en que me incumbe? En nada. Y él tampoco me ha dado una razón para desconfiar en él, así que no tendría porqué darme mala espina. De hecho, parece un buen tipo. Y por lo menos, defiende a Denise, y siempre está con ella. ¿Entonces por qué me molesta tanto, pensar en ellos dos juntos? No lo sé, simplemente me molesta y punto. O quizás..., sí lo sé, pero no quiero admitirlo. Maldita sea. Quizás, la razón por la que me molesta tanto, es porque me dan celos que Denise salga con alguien que no soy yo. Sólo quizás. Espero que no sea así. No quiero que sea así. Denise es sólo mi amiga, y por lo que veo, ella no está para nada interesada en mí. De ser así, no habría aceptado la invitación de Ángel. No puedo sentir celos de que él salga con Denise. Principalmente, porque Denise no es nada mío. Llevo muy pocos días conociéndola, es estúpido que me ponga celoso de pensar que saldrá con un chico. Y también sé, que ella pensaría igual si se me ocurre decírselo. Es mejor que no me muestre molesto, de otro modo, Denise podría darse cuenta, y no quiero parecerle un estúpido.

Me limito a mostrar una sonrisa falsa.

—Eidan. —escucho una voz detrás de mí.

Me giro, sobresaltado, y para mi sorpresa, veo a un chico rubio, de ojos verdes y un poco musculoso, que acaba de obtener su traje del nivel de ajuste, no hace mucho tiempo. Se encuentra mirándome, con una mirada un poco nerviosa. Dave.

Suspira.

—¿Puedo hablar contigo? —vuelve a decirme.

Está volviendo a pasar. Igual que en el Café exprés.

—¿Otra vez? —dice Axell, aguantando la risa. —Parece que, con quien en realidad parece tener algo Eidan, es con éste chico.

—Es en serio, Eidan. Necesito hablarte un momento. —mira hacia los demás. —Otra vez. —agrega, suspirando.

—Está bien.

—A solas. —esto..., es igual que la última vez.

Dave, el chico que me advirtió que Denise se suicidaría. Y mintió diciendo que adivinaba el futuro..., vuelve a solicitar hablarme. ¿Qué me querrá decir ahora? ¿Y por qué, esta vez, se le ve tan nervioso?

EXCELSO [#1] [TERMINADO] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora