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—Eidan. —una voz interrumpe mi descanso. No es una voz que reconozca pero aun así decido abrir los ojos. —Eidan. —repite, creo que se me hace un poco familiar.

¿Dónde estoy? Creo..., creo que también éste lugar se me hace ligeramente familiar. Sé que lo vi en algún momento...; un fondo tétricamente negro en el cual no se puede alguna otra cosa que una tenue pero al mismo tiempo intensa luz de color rojo en la lejanía. Recuerdo que una vez estuve aquí... aunque..., no logro recordar exactamente cuándo.

—Eidan. —dice, otra vez la voz, con un tono más insistente. —Ven a mí.

Mis pies se comienzan a mover, pero yo no soy el que les dio esa orden. Pareciese que se muevan a voluntad y que por alguna razón, deciden ir directamente hacia la luz de color rojo que está en el fondo. ¡Sí, lo recuerdo! Esto ya me sucedió una vez, y es un poco curioso que lo haya olvidado, en especial porque ésta alucinación me dejó con muchas dudas luego de que me desmayé en el laboratorio. Ahora está sucediendo de nuevo. Y realmente no sé si asustarme o intrigarme acerca de lo que puede pasar, puesto que la última vez todo acabó en el suelo rompiéndose y un chico exactamente igual a mí ordenándome a gritos que tomara su mano, por eso mismo temo volver a este lugar y que todo se repita nuevamente, pero, al mismo tiempo, siento expectación de qué pueda suceder más allá de eso, como, por ejemplo, en lo que pasaría si decido obedecer y tomar la mano de lo que se encuentra dentro de la luz roja. No puedo dejar de pensar en la forma en la que se puso la mano de aquel chico cuando la sacó de esa luz.

Corro por el inmenso fondo negro, acercándome cada vez más a la luz, la cual brilla con más intensidad conforme más me acerque a esta. Cuando bajo la mirada noto algo que no percibí la primera vez que estuve aquí; mis pisadas también dejan una muy sutil iluminación roja en el piso mientras avanzo. Cada vez éste sueño me intriga aún más.

Mis ansias por ver qué pueda suceder ésta vez se intensifican cuando me encuentro cara a cara con el chico dentro de la luz; con esos cabellos lisos tan despeinados color castaño, sus labios carnosos, y nariz perfilada, esbelto, aunque no muy musculoso. Está sentado en posición fetal en el centro de aquella esfera de luz roja, en donde dentro se denota el calor extenderse por cada centímetro de aquella área.

—Tuviste mucho tiempo sin venir aquí. —dice el chico, en un eco que se escucha en el aire de la oscuridad.

Aquel chico levanta la mirada. Sus ojos brillan de un llamativo y sangriento color rojo.

—¡¿Acaso te olvidaste de mí?! —exclama y se levanta por los aires, claro, sin salirse de la luz.

Lo sigo con la mirada. La manera en la que arruga la nariz y las cejas me señalan que está enojado.

—¿Olvidarte? —logro sacar una palabra fuera de mi boca, ignorando lo cagado de miedo que me sienta al verlo. —No sé ni quién eres...

—¿Quién soy? —recae en lo que yo lo he dicho y se acerca al borde de la esfera de luz, encontrándose cara a cara conmigo. —¿Que quién soy?

Sonríe con malicia. Me hace recordar a Julio.

—Eidan, yo soy el Excelso que tú nunca serás. —Acerca su rostro al mío, aun sin salir de la esfera. Ambos estamos muy cerca del borde. —Yo soy el poder que nunca tendrás. Eidan, yo soy lo que eres pero nunca vas a llegar a ser.

Sonríe maliciosamente.

—¿Te digo lo que soy, Eidan?

—Oh no, yo sé lo que eres...

No me importa lo cagado de miedo que esté, esta cosa, sea lo que sea realmente, me está minimizando y haciéndome ver como algo insignificante, eso no lo permitiré. No me importa lo que pueda hacer. De todas formas, esto es una ilusión más.

EXCELSO [#1] [TERMINADO] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora