EXCELSO [#1] [TERMINADO] [EDITANDO]

33.

Apoyo mi cuerpo semi-desnudo del frío metal de la máquina. Maldición, está helado. Toda la piel se me eriza al contacto con el metal, aunque no estoy seguro si todo ese escalofrío en mi cuerpo se deba al hecho de que  el metal esté tan frío o por la espeluznante sonrisa de satisfacción que Julio tenía en su rostro, mientras observa como Rivas me inyectaba un suero similar al que le proporcionó a Annie y Arturo y posteriormente se alejaba unos cuantos metros de mí.

—Bien, chico, aguanta la respiración porque esto te va a doler bastante, no te mentiré. —comenta Rivas, haciéndome poner más nervioso de lo que ya estoy.

Annie observaba todo con curiosidad; Se mantenía de brazos cruzados, con el seño fruncido, bastante alerta a cada cosa que pasara. Por otro lado, Arturo estaba más concentrado en probar su nueva habilidad; levitaba de un lado hacia otro, aunque algunas veces no podía mantenerse en el aire y sus pues chocaban contra el suelo. Debe de ser difícil para él, aprender a controlar la habilidad de su hermana de un momento a otro.

En cierto modo, me alegra el hecho de que el Proyecto Artnie saliera a la perfección. Sinceramente estaba algo nervioso, al pensar que lo que sucedió con Joshua y Louis, se repitiera con Annie y Arturo. No es que alguno de ellos me interese, en lo absoluto, porque no es así, es sólo que, pensar en que dos personas jóvenes e inocentes mueran a causa de la ambición de una persona tan despreciable como Julio por segunda vez, me hace hervir la sangre. Es decir, ni siquiera le bastó, viendo lo que sucedió con los hijos de Andrés para detenerse con todos sus experimentos, sino que quiso realizar otra vez el mismo que ocasionó que ambos perdieran la vida, arriesgando a que otros dos chicos pudieran morir en el segundo intento. Por suerte, está vez, todo salió bien.

Mi cuerpo se sobresalta involuntariamente cuando siento como varios trozos de metal, rodean las extremidades de mi cuerpo; desde las muñecas y el cuello, hasta pasar por la cintura y los tobillos. Mi cuerpo quedo totalmente rígido.

—Está bien, Eidan, aquí viene. —vuelve a decir Rivas, tragando saliva.

Yo hago lo mismo y luego procedo a cerrar los ojos con fuerza, para aguantar lo que sea que venga. Sé que él cerrar los ojos no evitara el dolor, pero es mi única manera de combatir todo el miedo que siento ahora mismo. Espero y sea lo que sea que vayan a hacer conmigo no me lleve por la misma ruta por la que llevó a los otros dos Excelsos. Espero que fielmente que Rivas haya hecho que todo éste asunto sea mucho menos peligroso que la última vez y que, con algo de suerte no me ocasione algún daño mental como a Louis o a Joshua. Tan sólo pensar en quedar como alguno de ellos dos me llena de pavor. Imaginarme despertando a mitad de la noche gritando de pánico y dejando hasta de sonreír como la hija de Andrés, me causa escalofríos. Sencillamente, no quiero morir.

Siento varios lo que parecieron ser pinchazos alrededor de mi cuerpo, seguidos de una intensa electrificación por todo mi cuerpo, posteriormente toda esa electrificación se fue transformando en un insufrible dolor, que cada vez se fue intensificando más y más. Yo simplemente, hacia lo posible por no gritar y aguantar todo aquello que sentía a lo largo de mi cuerpo, sin siquiera poder retorcerme del dolor o intentar salir de aquella maldita máquina, ya que todos esos trozos de metal que cubrían mis extremidades, mi cintura y mi cuello, no me permitían tener mucha movilidad. Sólo podía aguantarme todo eso, mientras que al mismo tiempo, sentía como algo sumamente caliente corría a través de mis venas. Pude notar, de reojo, como mi cuerpo empezó a emanar con mucha mas intensidad que antes, su color rojo intenso. Sentía como todo mi cuerpo ardía en su interior, haciéndome gritar incontrolablemente, y, poco a poco, ese enorme calor se fue esparciendo hasta mi cabeza.

—Excelso... —una mórbida voz se escuchó dentro de mi cabeza. Pero todo el sufrimiento que me provocaban esos extraños rayos que ésta asquerosa máquina introducía a mi cuerpo, no me dejaba darle mucha importancia. —Excelso... —repitió, con más énfasis.