"-Eres demasiado buena para mi, y vivo con el miedo a que te des cuenta y la esperanza de que no lo hagas."-Ana Todd, After.
Valentina:
Habían pasado aproximadamente tres horas desde que Ian me trajo a casa y dijo que pasaría por mí a las seis.
Eran las cinco de la tarde cuando decidí ponerme a ordenar los libros en la mochila que iba a llevar, lo que me hacía pensar en el sermón que le iba a dar a Stephen después de esto.
Me voy a dar una ducha y cuando salgo ya son las 5:30 decido ponerme algo cómodo, vaqueros rasgados, un suéter negro y mi abrigo a cuadros , prácticamente acabamos de entrar en primavera lo que significa lluvia y un poco de nieve, tomo mis botas negras que se encuentran debajo de la cama y me las pongo, tengo que ir mas abrigada en las noches ya que las temperaturas bajan bastante, veo la hora 5:55 cojo todas mis cosas y decido salir afuera a esperar, me siento en los pequeños escalones que hay delante del edificio pero cuando mi cabeza se alza veo su auto, ruedo los ojos.
Voy hacia su auto y un repentino nerviosismo me atraviesa el pecho dejándome sin aire, abro la puerta de su auto y noto que sus ojos azules me observan de abajo hacia arriba lo que me pone aún más nerviosa.
-Que puntual.-Mi voz tiembla un poco.
-No me gusta llegar tarde.
-Oh...
-Sí, oye ¿Te importaría si fuéramos a otro lugar que no fuera Starbucks? no vas a poder concentrarte. Ya sabes, el ruido y lo demás.-Sus ojos me siguen examinado sin disimulo alguno.
- Y... ¿entonces a dando vamos a ir?
- A la biblioteca, ¿no te molesta, cierto?
-No, está bien.- Hasta ahí llego nuestra gran conversación.
Sube el volumen de la radio dejando sonando Blackbird de The Beatles.
Por alguna razón no me sorprendía que este fuese su tipo de gusto musical, de hecho me lo esperaba por completo, me estaba comenzando agradar Ian, o al menos sus gustos musicales.
A principios del verano pasado fui a casa de papa de vacaciones y al verme se emocionó, era lo que tanto quería y hace muchos años que no lo obtenía, ese verano se pudo describir como el más feliz de estos últimos años, sin Robert.
Papa, había hecho una nueva familia dos años después del divorcio, su nueva esposa, la cual se llamaba Katrina, era muy amable y era dueña de su propia cadena de restaurantes en Washington, tenía un hijo llamado Tom de once años que era una ternura con sus grandes ojos grises al igual que su madre.
Fue la primera vez que me compraron libros, a mi padre le encantaba complacerme aunque no se lo pidiera, Él sabía lo que quería. Ese verano llegue atestada de libros a mi casa y con un iPhone, recuerdo la sorpresa e incredulidad de Tom al enterarse de que no tenía uno y fue corriendo a decírselo a papa. Aunque tenía tan solo once años el niño estaba hasta el cuello de aparatos electrónicos, cuando llegue a casa de mi papa lo primero que vi fue un niño sentado en el sofá jugando con su Xbox, además de eso él tenía un iPad, iPhone y una laptop para los trabajos de la escuela y lo único que me pude preguntar fue ¿Para qué mierda un niño iba a necesitar todo eso?
Recuerdo que lo primero que desee al llegar allá fue quedarme a vivir con ellos en Olympia. Pero no podía, tenía que volver con mama y asegurarme de que el idiota de Robert no la hubiera matado.
La sangre me hierve de solo pensar en eso. Y me da un empujón a la realidad.
Ahora suena Big Girls Cry de Sia.
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Dark Heart
Teen FictionSinopsis: Sus ojos eran como dos ventanas al mismo infierno, aunque a veces siento que estoy en el cielo cuando veo hacia ellos.