XVI

51 3 0
                                    

— Estoy... Realmente... Es solo que...

Al borde de las lágrimas tomé tu mano. Era valioso, como agua en el desierto.

No creo que evitar la soledad fuese una buena razón para permanecer a tu lado.

— Adiós.

Lo siento.

No se puede evitar la reticencia, menos el hastío. Sin embargo tomé tu mano esa vez, porque tuve esperanza, y no pude terminar el camino.

Drayos y Centenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora