No estés triste.
Gritaban mis ojos. Pude ver los tuyos cristalizarse, más que lágrimas, era un dolor inigualable.
Háblalo.
Supliqué.
Pero te negaste a ceder.
Me mirabas como si estuviera demente, porque no puedo ver el mismo matíz que han de ver tus ojos.
Y suspiraste.
Hablaste de pecados.
Y por primera vez logré entender un poco a dios.
No puede odiar cuando ve los trasfondos.
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Drayos y Centenas.
PuisiLas palabras son un puente hacia los sentimientos. Y hay oportunidades en donde aquel puente desemboca en una brumosa neblina de dudoso significado. Porque las palabras no significan lo que significan, en muchas ocasiones se traba la lengua, se ator...