Hace tiempo que hice una promesa frente al espejo, vislumbre un yo irreconocible y entonces en busca de mi nombre desaparecido emprendí una búsqueda tardía hacia alguien nuevo.
Y esa promesa sigue intacta, tan inmaculada como tus respiros, no porque ya no quiero romperla, es que ya no puedo.
Me he hecho esta pregunta miles de veces. ¿Es válido arrepentirse? Y creo que lo he hecho un poco durante ciertos instantes de días inciertos. Ahora camino, camino por las calles lejanas de esas calles que recorrí, y observo, los árboles ahora vacíos, sin vida, sin alma... Demasiado asfalto color grisáceo, demasiado calor, demasiados surcos, tantos papeles volando sin rumbo ¿Donde estoy? Al fin, despues de tantos años marcho a mi viejo recinto.
Al lugar causante de tanta nostalgia, donde esa lluvia tan llena de recuerdos cubría mi rostro. Salí sin ti a las tres de la madrugada, sin abrigo, con mis zapatos un poco mas lujosos que ayer, con mi cabello distinto, con mi piel aireada con el paso de los años, a encontrarme con cambios, absurdos, cambios que no debieron llegar nunca. Una simple estatua que ya no era mía, ya no era nuestra, ni lo sería nunca. Un templo vacío, sin esas risas, sin ansias, sin inocencia, sin travesuras, una evolución que se llevó mis mejores años consigo.
En este mundo no debería de existir el tiempo, si ha de existir ¿por qué ocurre tan rápido? Blasfemando mis sentimientos ocultos por tí, desde hacía ya tiempo.
Tuve que marcharme. Y no. No se trata de exilios o de no pertenecer a ningún lugar.
Y es que extraño tu extraño rocío, que parecen lágrimas, tu cortina espesa de nubes, tu amplia ventana de un azul azulÍsimo, de esos que manchan las lágrimas y las vuelven dulces. Ese viento que no hace mas que querer oscurecer mis sollozos con palabras melancólicas de un pasado que no volverá jamás.
Y tu como el presente, como el futuro te enemistas con el pasado, porque me quieren llevar ¿no es así? Ni en mil lunas será igual, porque el tiempo es así, y es cruel, y porque la muerte no se pasea solo en los hospitales ni en los suspiros, sino que se cuela en los ladrillos, en las cornisas y adoquines, en los techos, en los puentes, en la corteza de los árboles, en el pigmento de las puertas, en las paredes pintadas con recuerdos.
A la muerte le fascina pasear por las calles con terribles carcajadas, esta muerte parece salir con el diablo. Esta muerte finge dolor mientras yo lloro, lloro por llorar, así, sin lagrimas, lloro profundo, con tristeza triste, con alegría triste, con melancolía triste, con rabia triste... Todo pinta tristeza.
Todo hubiese marchado mejor si no hubiese vuelto, la muerte me apuñaló por la espalda, pero aún se compadeció dejándome vivir, y me castigó alejándome de la tierra en donde crecí, donde aun no entiendo si es bien o mal, porque llevándome a un lugar cercano pero distinto, mas distinto que las risas, ahora me obsequió una fuerza que no hubiese obtenido jamás en mi propia tierra.
¿Y debo aceptar el dicho, ese dicho famoso entre los abuelos?
¿Es un consuelo o solo una frase para justificar mi dolor?
Me pregunto si es común añorar el pasado, y si lo es mas querer fusionar todo lo que te ha hecho feliz con lo que te causa felicidad, me pregunto si será común querer también del pasado los infortunios, pero no aceptar los del presente.
Y mientras pienso en ello las aves cantan como conjurando deseos ese dicho que a veces diluye mi nostalgia y que otras la aumenta:
"Nadie es profeta en su tierra".
Sigo preguntándome si será verdad.
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Drayos y Centenas.
PuisiLas palabras son un puente hacia los sentimientos. Y hay oportunidades en donde aquel puente desemboca en una brumosa neblina de dudoso significado. Porque las palabras no significan lo que significan, en muchas ocasiones se traba la lengua, se ator...