Capítulo 11

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—    Ya basta – Elisa hablaba como Elisa – Esto es vergonzoso, no pienso besuquearme en frente de ustedes fin de la discusión, además me atiborré de esos canapés con salsa de ajo y mi aliento es un poema, huele madre – sin más abrió la boca enfrente de su madre soplándole, eso iba en contra de toda esa educación y delicadeza que intentó proyectar en toda la noche.

—    ¡Elisa! Por el amor a Dios – no era mentira lo de los canapés de ajo – de verdad discúlpala Victoria, pero esta niña no ha cambiado y nunca lo hará, creo que más bien se contuvo mucho por ésta noche. Chace querido eres un santo por haberte fijado en ella.

—    Al contrario madre Piolín es un afortunado de que yo me haya dejado sonsacar por él.

—    Elisa tiene razón, soy un suertudo por ser dueño de su corazón – bromeaba – o lo que sea que sea que mueva sus sentimientos

—    Bueno nos vamos, señora Van der Price gracias por todo fue increíble, nunca habría soñado con una recepción de esta magnitud – dijo amablemente

—    No hay de que, no puedo estar más contenta de tenerte en la familia, creo que a Chace le viene muy bien toda esa seguridad y rudeza que profesas.

—    Conmigo su muchacho estará bien sometidito no se preocupe – bromeo – adiós piolín nos vemos – choco su mano con la de él, haciendo una especie de saludo de bandas, despidiéndose de la forma más ordinaria, su madre puso los ojos en blanco ante aquello, su padre solo se reía, esa era su hija. Continuo caminando, pero entonces Chace quien estaba más que divertido con todo, sostuvo su mano la jaló de nuevo hacia sí y le dio un beso en la frente.

—    Cuídate araña, por cierto de verdad te apesta el hocico

—    Idiota, pero así me amas.

Ese fue el fin de una velada de pesadillas, los padres de Elisa al día siguiente volverían de viaje a la Antártida, continuaban con algunos estudios allá. Chace se dio inmediatamente una ducha para tratar de relajarse un poco. Ya entre las grandes elites de Chicago el compromiso de Chace y Elisa era noticia.  Y una Amy que no podía dormir no demoró en enterarse.     

—    ¿A dónde ibas a estas horas? – preguntaba Ian saliendo de su carro – y con ese apuro Charles pudo haberte matado – mencionaba  a su chofer quien tuvo que frenar de golpe al visualizar a una chica lanzándose sin ver a la solitaria calle

—    Ian – dijo aliviada reconociéndolo – necesito hablar con … - se calló al ver a aquellos guardaespaldas que lo acompañaban – me enteré de algo, y necesito una explicación ya

—    Sabes que no puedes tener ninguna explicación ahora

—    Pero es que esto no puede ser posible – casi gritaba

—    Cálmate – la abrazó solo para decirle al oído – sabes que todo es un juego, Victoria siempre es más lista que todos, mañana hablamos. Ahora tengo que irme, y tú haces bien en regresar a tu casa, es muy tarde, cuídate por ahí – no le parecía bien dejarla sola, pero le haría más daño acompañándola.

Envenenado de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora