Chace estaba ahí quejándose y ella sabía que no podría demorarse más en entrar al comedor, era mejor entrar por su cuenta a que la fueran a buscar, así que jalando la mano de Chace y haciéndole señas de que se callara, lo arrastró hasta llegar a la puerta. Mientras se acercaba una imagen vino a su mente “¡Eso es!” pensó divertida.
A tan solo centímetros de la entrada Elisa sutilmente con su pie y un poco de fuerza despegaba los pies de Chace del suelo, así como si usara una técnica de Karate, lo que provocó la inevitable y aparatosa caída de Chace. En el proceso su cara pegó de frente con aquel marco de madera. En eso Elisa también lo había ayudado, y es que al ver que iba a caer al vacío y no contra la pared, jaló sus cabellos re direccionando su cara, por suerte nadie notó eso.
― ¡Holy Crap! ―gritó Chace tomándose la nariz del dolor ― ¡Eli…
― ¡Oh por Dios Chace! ―se adelantaba en callarle la boca ― ¿Qué te pasó? ―ella fingiendo estar más asustada que todos lo ayudaba a levantarse, aunque le era casi imposible no reír.
― ¡Chace! ¡Hijo que desastre! ¡Mírate! ― Victoria igual que el resto se ponía de pie. Fue Ian quien ayudó a Chace a sentarse en una de las sillas del comedor ― Rápido que alguien lo cure.
Chace sangraba por la nariz, del dolor le costaba incluso abrir bien los ojos. Pronto aquello se le pondría morado, por ahora solo estaba todo rojo alrededor de su nariz. Fue la mamá de Elisa la que curó un poco su golpeada nariz.
―Pero… ¿Qué pasó? ― Victoria de no muy buen humor interrogaba a Elisa.
―Ni idea. Veníamos caminando y de pronto se cayó ¿Te resbalaste con algo? ―inocente le preguntaba a Chace quien estaba a su lado con servilletas en sus fosas nasales. Él de verdad reprimió sus ganas de asesinarla.
―No ―respondió algo molesto, para como quien piensa en algo mejor cambiar su expresión ―. Fue como un mareo, todo se puso oscuro y ya solo supe que la cara me dolía. Te dije Elisa que me sentía mal y no te importó ¿Qué clase de esposa vas a ser?
― ¡¿Qué?! ―Elisa no salía de su asombro.
―De la clase que se besa con tus mejores amigos ―refunfuñó la madre de Alex en aquel tono alto para que todos escucharan.
― ¡Mamá! ―Alex la reprendía intentando que se callara.
― ¿Qué fue lo que dijiste de mi hija? ―demasiado tarde, ya la mamá de Elisa a la defensiva preguntaba, incluso se levantaba de su asiento para ver mejor a la mamá de Alex.
―No dije nada que no sea cierto.
―Creo que ya quedó claro que lo de Elisa con Alex fue simplemente un juego, una apuesta tonta que hicieron ―contestaba la mamá de Elisa.
―Ni las tontas niñas de 16 años se lo creyeron, pero resulta que la muy inteligente Sofía McGraweth de Lubensky sí se creyó ese tonto cuento ―el padre de Alex intentaba callar a su esposa, Alex estaba rojo de la vergüenza, pero nadie podría callarla ―creo que estamos en confianza ¿por qué no hablar claro?
―Es claro que aquel cuento es demasiado fantasioso, pero ¿qué insinúas? ¿Dices que Elisa está enamorada de Alex y no de Chace? ―decía Victoria. Elisa estaba totalmente avergonzada, estaban hablando de lo que sentía como si ella no se encontrara ahí, su vida estaba siendo la comidilla de esa cena.
―¿El cuento es demasiado fantasioso? ―la mamá de Elisa estaba al borde de lo que podía soportar. Era poco el tiempo que interactuaba con seres humanos y aquella cena le estaba demostrando el por qué ― ¿tú también lo dudas? La verdad es que no entiendo Victoria, ¿por qué casar a tu hijo con una perra mocosa que ama a otro?
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Envenenado de ti
Dla nastolatków¿Qué tanto puede cambiar tu vida en un día? Elisa Lubensky una chica rebelde, que disfruta su vida al máximo sin importar lo que digan los demás de su apariencia y modales, se ve envuelta en una situación que cambiará su vida, sus sentimientos y acc...