Capitulo 2

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              “Porque presiento que desearé no haberme levantado”

            Los perros no paraban de ladrar, el loro interpretaba su acostumbrada canción de buenos días. Ella tan solo lanzaba la cobija a un lado con sus pies, protestaba por tener que despertar todos los días de una forma tan abrupta.

—Ya me estoy levantando — gritaba fuertemente como respuesta a su madre —dije que ¡ya voy!

“¿Por qué no puedo dormir un poco más? — protestaba restregando sus ojos para poder ver mejor — las 5 de la mañana apenas — gritaba para ella misma —la mato, si apenas me acosté a las 3:30”

—Sí lo sé mamá — decía con fastidio —. La tienda debe abrir desde temprano, pero… Ok no me escuches, no dije nada. Me voy — tomaba una tostada, las llaves de la tienda y su acostumbrado abrigo — ¿la basura también? Dime ¿Qué va a hacer el vago ese? — Continuaba gritando, su mamá la secundaba sin esperar — ya, ya, ya, ya me la estoy llevando — gritaba todo lo fuerte que podía y con todas sus fuerzas lanzó la puerta detrás de ella — ¿Qué mira? — se dirigió a aquella vecina curiosa, clavándole una mirada matadora.

“Y así es como empieza un día común en la vida de Amy Alvez — decía mentalmente mientras caminaba calle abajo a la parada de autobuses —, y el día de hoy Amy Alvez fue despertada por lo perros, el loro y los gritos de su bipolar madre — en su mente una voz gruesa de hombre narraba su vida — y la glamurosa Amy Alvez sale de casa con una camisa corriente, unos jeans viejos, el abrigo de siempre y una aromática bolsa de basura ¿acaso no es Amy Alvez la mujer más bella del mundo?”.

El autobús no se hizo de rogar, Amy pensó que en realidad tenía mucha suerte.

—Amy hola ¿hiciste la tarea de Comercio? — una compañera de clases pequeña y gordita le hablaba.

—Ah, eso aún no lo he hecho, la de matemáticas me tiene mal — un gran y sonoro bostezo salió de su boca.

—Te ves cansada.

—Lo estoy, no he dormido nada — continuó bostezando —, y me toca cerrar a la media noche.

—¿Media noche? Y en ésta calle tan solitaria.

—Sí, los clientes no abundan en el día, pero en la noche lloverán — decía irónica —. Al menos eso dice mi mamá y para que porfiarla.

—Bueno, suerte con el hampa.

—Gracias — dijo entre bostezos.

“Amy Alvez se muere del sueño, en todo el vecindario las personas duermen, ella espera a que algún trasnochado entre a comprar, preferiblemente que el trasnochado sea hombre, alto, guapo, de ojos encantadores y de voz cálida y varonil, con una increíble sonrisa” — terminó la voz.

“Sigue soñando Amy, así entrara un hombre, las probabilidades de que te vea y se enamore son tan mínimas —se miró en el vidrio de aquella nevera, soltó su cabello y comenzó a jugar haciendo poses de modelo, al fin y al cabo nadie la estaba viendo —. De seguro entrará, tratará de comprar agua, yo lo ayudaré con el botellón, él me mirará directamente a los ojos y descubrirá que soy la mujer de su vida, sonreirá, le diré el precio del botellón, sacará torpemente el dinero de su billetera, le daré su vuelto, lo tomará, sonreirá de nuevo,  tratará de decir algo, luego yo diré Buenas Noches, el asentirá y me dará la espalda, dirigiéndose a la salida, tomará el asa de la puerta, girará la perilla, dará un paso para salir, se quedará un segundo pensando, entonces se volteará, vendrá hacia mí y me dirá…”

Envenenado de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora