Capítulo 10

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—Si nos tenemos el uno al otro—

Un gran estruendo despertó a Nick a mitad de la noche. Asustado,  tomó un bate que tenía debajo de su cama por si necesitaba defenderse mientras bajaba a investigar. Alguien tocaba a la puerta. Se tomó su tiempo para abrir, lo hizo con desconfianza. Del otro lado de la puerta, dos oficiales de policía sostenían a su padre, ebrio.

—¿Conoce a este hombre? —preguntó uno de los oficiales. 

—Es mi padre —respondió Nick. Dejó caer el bate a un lado para poder recibirlo, el hombre apenas podía mantenerse en pie.

Ambos oficiales le explicaron que lo encontraron tirado en la calle, inconsciente. Habría podido morir de hipotermia. Por suerte llevaba consigo su identificación, gracias a ella pudieron encontrar su casa. Se despidieron, dejando al chico con Joshua.

Nick lo metió a la casa como pudo. Llamó a Sebastian, pero su hermano no respondió. Estaba profundamente dormido. Así que Nick lo llevó a su habitación para que pudiera descansar. Aún temblaba a causa del frío. Al abrir la puerta, escuchó el tintineo de las botellas vacías de alcohol que chocaron entre sí. Un terrible hedor que emanaba de la montaña de ropa sucia sobre la cama les dio la bienvenida.

Nick acostó ahí a su padre. Cuando estaba ayudándolo a cambiar, se dio cuenta que tenía sangre en la ropa. Al revisar sus manos, descubrió que sus nudillos también estaban repletos de sangre. Seguramente estuvo involucrado en otra pelea. 

—¿Ahora qué hiciste, papá? —preguntó Nick, decepcionado. No esperaba recibir ninguna respuesta, sin embargo, para su sorpresa, su padre susurró con desprecio: 

—Le di su merecido a unos maricas. —Nick sintió un nudo en la garganta al escuchar eso—. Eso les pasa por besarse en público.

Luego de eso se quedó en silencio, dormitando. Nick terminó su trabajo y se dispuso a salir. Antes de que se alejara, el hombre lo sostuvo, suplicándole por dinero.

—Es para la rehabilitación —explicó. Pero Nick ya sabía que era mentira. No era la primera vez que usaba esa excusa. Cuando se apiadaba de él y le daba algunos dólares, siempre terminaba en algún callejón comprando droga y llegando a casa violento.

Nick se rehusó. Eso enojó a su padre quien se levantó furioso, propinándole un golpe en la cara. Fue tan fuerte que hizo caer a Nick al suelo con el labio roto.

—¡Dame mi maldito dinero! —ordenó.

—¿Tu dinero? —Nick se levantó del suelo y le hizo frente sin miedo—. ¡Es mi dinero! Yo soy quién trabaja en esta casa y trae la comida mientras que tú no haces nada.

El hombre frunció el ceño mucho más de lo que ya lo tenía. Apretó los puños de nuevo, como si quisiera darle otro golpe a su hijo. 

—¡A mí no me hables así! —exigió—. ¡Soy tu padre!

Nick rio.

—¿Lo eres? —preguntó sarcástico—. Por qué no lo pareces —Luego lo señaló de arriba abajo, con desdén—. Yo solo veo a un borracho y un maldito adicto. Ya veo por qué mamá nos abandonó… 

El último comentario cruzó el límite de su padre, quien tomó del cuello a Nick y lo empujó contra la pared, asfixiándolo. El rostro de Nick empezó a tornarse morado. El chico luchaba por zafarse.

Amor A Ciegas [GAY] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora