Capítulo 26

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—Última esperanza—

Nick esperaba los resultados de sus exámenes. Cuando revisó su celular, se dio cuenta que tenía varias llamadas perdidas de su hermano. Le devolvió la llamada, preocupado, pero no respondió. Hizo un par de intentos más, sin resultado. Ese día Sebastian volvía del viaje y Nick temía que algo le sucediera.

El enfermero entró en la habitación con los resultados de las pruebas de sangre: Nick era compatible con Kenny y la cirugía podía comenzar. Como se trataba de un procedimiento peligroso, Nick decidió llamar a Larry. Por si algo le llegaba a pasar.

—¿Vas a venir hoy a cenar? —preguntó su amigo al otro lado de la línea, parecía contento—. Voy a preparar Onigiris.

—No podré ir hoy… —se disculpó Nick, apretando su celular con fuerza. No tenía el valor suficiente para decirle lo qué estaba a punto de hacer, sabía qué él no estaría de acuerdo.

—¿Otra vez te quedarás con el ciego? —se quejó Larry, sonaba decepcionado.

Nick tomó aire y le contó todo sobre la operación.

—Maldita sea, Nick —lo regañó—. ¿Por qué no piensas en las consecuencias? No tienes que ser tú…

—Ya me hicieron las pruebas y soy compatible —lo interrumpió. Larry estaba enojado con él.

—Haz lo que quieras —dijo.

—Lo siento… —se disculpó Nick. Sabía que su amigo se preocupaba por él—, pero tengo qué hacer esto.

Nick cortó la llamada y comenzó a sollozar en silencio, tenía miedo de lo que estaba a punto de hacer. Cuando vio que el doctor se acercaba a él, se limpió las lágrimas. Se disculparía con Larry cuando se recuperara de la operación. Solo esperaba sobrevivir para poder hacerlo.

El doctor les había avisado que Kenny tenía un donante. Eso había llenado a la familia Larsson de esperanza, sin embargo, hasta que no saliera de la cirugía, Kenny permanecía escéptico. Por eso, decidió contarle a su mamá otro más de sus secretos. Si las cosas salían mal, no quería irse sin haberle dicho la verdad.

La mujer estaba sentada al borde de la cama, ayudando a su hijo con su medicina.

—Mamá… —dijo—. Yo… Soy gay.

La mujer no dijo nada. Aunque ya lo sabía, la confesión repentina la sorprendió. Ella amaba a su hijo y, después de todo lo que habían tenido que vivir en el pasado por su enfermedad, lo único que quería era que estuviera saludable.

—¿Me escuchaste, mamá? —preguntó Kenny al no obtener respuesta. Tenía miedo de que ella lo rechazara—. Soy gay.

Ella se inclinó hacia adelante y le dio un beso en la frente.

—Está bien, mi amor —dijo abrazándolo. Estaba más nerviosa por la cirugía de lo que quería confesar—. Te amo sin importar a quién ames.

—Pero… la iglesia siempre han dicho que ser como soy está mal…

Ella acarició su cabeza con ternura.

—Son prejuicios, hijo. Dios nos ama a todos cómo somos. Somos sus hijos, por algo nos hizo así. Juzgarte por quien amas, es juzgarlo a Él por su obra.

Kenny abrazó a su mamá.

—Te amo —dijo.
Ahora que ya lo había sacado, se sentía más tranquilo. Agradeció que su madre fuera tan comprensiva, incluso siendo alguien tan devota a la iglesia.

Kenny le pidió que no le contara a su padre aún, él quería hacerlo cuando se sintiera preparado.
El doctor entró a la habitación acompañado de una enfermera. Era momento de empezar a prepararlo para la cirugía. La enfermera lo guio hasta otra habitación. Kenny sintió frío. Empezó a tiritar. Además de la baja temperatura que había ahí, Kenny tenía miedo.

Escuchó que unos pasos se acercaron lentamente hacia él, pudo sentir una sensación muy familiar.

—¿Quién soy? —susurró Nick en su oído, mientras le cubría los ojos con sus manos.

Se le formó un nudo en la garganta y tuvo que hacer un gran esfuerzo por no dejarse caer. Todo el tiempo había temido que, si algo salía mal, él no pudiera despedirse de Nick. Y ahora estaba ahí, junto a él. Se sintió fatal por habérselo ocultado.

—Eres un tonto —respondió Kenny haciendo lo posible por evitar que se le quebrara la voz. Lo abrazó con todas las fuerzas que tenía, como si su vida dependiera de eso. No quería dejarlo ir.

—Pero soy el tonto que más quieres —respondió Nick, acariciando su rostro.

Sin embargo, Kenny guardó silencio. Había notado algo que lo dejó helado. Al igual que él, Nick llevaba una bata. Lo soltó y dio un par de pasos hacia atrás, temiendo confirmar su sospecha.

—No me digas que… —empezó, pero no encontró las palabras para terminar de formular su pregunta.

Nick guardó silencio y eso fue todo lo que necesitó Kenny para comprender la situación.

—Por favor, no lo hagas —pidió. Sabía lo arriesgado que podía ser el procedimiento. En su mente se formaron los peores escenarios. Pero conocía a Nick y sabía que si estaba ahí era porque ya había tomado una decisión. Nada de lo que le dijera ahí le haría cambiar de parecer. Kenny recorrió los pasos que lo alejaban de Nick y lo abrazó, de nuevo.

—Te amo… —susurró.

—Yo también te amo —Nick correspondió el abrazo. 

No permanecieron así por mucho tiempo. El doctor entró para dar inicio a la cirugía.

Amor A Ciegas [GAY] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora