Capítulo 5

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—Fuente de agua— 

Por fin llegó el domingo. La familia Larsson se dirigió a la iglesia como todas las semanas. El padre de Kenny era el predicador de la iglesia local. La comunidad era muy unida y los padres de Kenny siempre ayudaban a organizar eventos de caridad. Cuando su hijo estuvo enfermo, la comunidad los apoyó con donaciones para poder pagar su tratamiento.

La familia entró a la iglesia y saludó a sus conocidos en el camino hacia sus lugares en primera fila. El Señor Larsson se paró frente a todos y comenzó su sermón.

—Iré al baño —dijo Kenny por lo bajo.

—Está bien. Ten mucho cuidado, hijo —respondió su madre, mientras seguía prestando atención al frente.

Kenny sacó su bastón y se abrió paso entre la multitud, disculpándose con cada persona que golpeaba.

—¿Kenny? —escuchó que lo llamaban apenas salió del baño. Reconoció rápidamente la voz. Era la mujer que le enseñó a leer y escribir en braille.

—Ellie... —saludó.

—¿Cómo has estado? —preguntó amistosamente su maestra, mientras le daba un fuerte abrazo—. No has venido al grupo, todos te extrañamos.

—Lo siento, he estado ocupado con la escuela.

Cuando Kenny perdió la vista de pequeño, sus padres lo llevaron a un grupo de apoyo para jóvenes discapacitados. Estaba agradecido por todo lo que le enseñaron y los amigos qué hizo ahí, pero no le gustaba asistir a sus reuniones, lo deprimían. Se preguntó qué hacía Ellie ahí. Antes de poder formular la pregunta en voz alta, escuchó la puerta del baño abrirse.

—Kenny, él es Julián —los presentó su maestra mientras acercaba a Kenny a la persona que acababa de salir del baño—. Él no te escucha —explicó la mujer, cuando Kenny trató de presentarse—, es sordo y se comunica con señas.

Kenny se dio cuenta que sería imposible para los dos comunicarse. Él no podía ver las señas y Julián no podía escucharlo.

—Dice que es un placer conocerte —dijo la mujer hablando por Julián.

—¿Por qué no habla? —preguntó, curioso, Kenny.

—Nació sordo y no está acostumbrado a controlar ni su voz, ni el lenguaje —explicó Ellie con una sonrisa—. Pero no te preocupes, él puede leer tus labios.

—Eso es genial.

La siguiente media hora, Kenny hizo parte de la conversación más extraña que jamás se habría imaginado realizar. Ellie servía de intérprete. Como Kenny movía los labios demasiado rápido, ella traducía a Julián en lenguaje de señas lo que él decía.

Después de un rato, Kenny se despidió de ambos y volvió a su asiento donde lo esperaban su madre y su hermana. Al sentarse, escuchó a su padre pidiéndoles a todos que cerraran los ojos para rezar.

Kenny no era muy religioso. Se preguntaba por qué había quedado ciego si sus padres eran tan buenos y ayudaban a todos en la iglesia. Tal vez era porque no existía ningún dios, al menos eso era lo que creía.

Su hermana menor le tomó la mano y lo sacó de sus oscuros pensamientos.

—Amén —dijo la pequeña. Al parecer estaba rezando.

Cuando todo terminó, la familia Larsson salió de la iglesia y mientras se despedían de la comunidad, un hombre con ropa sucia se acercó a ellos, pidiéndoles dinero. La madre de Kenny ayudó a entrar a Sarah al auto, mientras que su padre sacaba su cartera para ayudar al hombre con un dólar. En un abrir y cerrar de ojos, el Señor Larsson cayó al suelo y el hombre de la ropa sucia salió huyendo con su cartera en la mano.

Amor A Ciegas [GAY] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora