Capítulo 17

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—Una noche especial (parte 2)

La música seguía sonando y la mayoría de los asistentes bailaban con su pareja. Enric puso su mano en la cintura de Rosa. Ella lo miraba con recelo, le extrañaba que no hubiera intentado algo sucio con ella todavía, quizás no era tan malo cómo había pensado.

—Me alegra que hayas aceptado venir al baile conmigo —confesó él.

—Gracias por invitarme —agradeció la chica.

Rosa se dio cuenta que Joselyn y Anthony bailaban cerca de ellos. Tomó a Enric de la corbata y lo atrajo hacia sí, besándolo. Al comienzo él se sorprendió, pero, al darse cuenta que Joselyn los observaba perpleja, le siguió el juego. Joselyn tomó a Anthony de la mano y se alejó de ahí.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó Enric con el propósito de seguirlos.

Rosa se dio cuenta.

—Sí, vamos.

Enric la tomó de la mano y la llevó hasta el lugar del ponche. Enric y Rosa comenzaron a conversar en voz alta para llamar su atención. Cuando por fin Joselyn se acercó a ellos, lo hizo con una sonrisa fingida sobre su rostro.

—¿Dónde han estado? —preguntó un poco ebria—. No los he visto en toda la noche.

—Bailábamos —respondió Rosa restándole importancia. Puso su mano sobre el pecho de Enric.

Enric observó que Anthony bajó su mano por la espalda desnuda de Joselyn, acariciándola. Preso de los celos, lo embistió, haciendo que ambos cayeran al suelo. Por más de que Joselyn y Rosa pedían que se detuvieran, los dos se golpeaban.

El maestro de historia se acercó a ellos y los separó con facilidad. Luego los expulsó del baile. Las chicas los siguieron.

Cuando Joselyn y Rosa llegaron al estacionamiento, Enric y Anthony ya se habían ido. Joselyn resopló, frustrada.

—Perdóname por no ayudarlos con los preparativos de la fiesta —se disculpó—. No sé qué me ha pasado estos últimos días.

Rosa se encogió de hombros, al menos la pelea había servido para que las dos volvieran a hablar.

—No te disculpes conmigo, si no con los demás miembros del club —dijo.

Joselyn, un poco ebria, se acercó tambaleándose a ella y la abrazó.

—Te extrañé tanto —confesó. Rosa podía sentir la respiración de su amiga sobre su cuerpo. Impulsada por la inhibición producto del alcohol, tomó a Joselyn de la quijada y la besó. Ambas se miraron a los ojos por unos segundos sin decir ni una sola palabra. La expresión de Joselyn cambió, estaba asustada.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, alejándose de su amiga.

Rosa no supo qué decir, bajó la cabeza apenada. No debió haber hecho eso. Dio media vuelta y regresó a su casa, dejando a Joselyn sola en el estacionamiento.

Los padres de Rosa ya estaban durmiendo cuando llegó a la casa. Ella se encerró en su habitación a llorar en silencio. Buscó en su cabeza miles de excusas para justificar ese beso, pero sabía que ninguna funcionaría.

Ya estaba quedándose dormida cuando escuchó unos suaves golpes en su ventana. Al encender la luz pudo ver que era Joselyn. Temiendo que su amiga se cayera del segundo piso, abrió la ventana.

—¿Puedo pasar? —preguntó.
Rosa accedió.

Ninguna de las dos podía mantenerse la mirada. Ambas se sentaron al borde de la cama en silencio. Joselyn quería saber la razón del beso, quería una explicación.

—Lamento qué hayas malinterpretado las cosas o quizá te di las señales equivocadas… —dijo—. Pero tengo novio.

—Lo sé... —susurró Rosa haciendo una mueca de fastidio.

—¿Por qué lo odias tanto?

Rosa guardó silencio unos segundos, después, confesó:

—Es porqué estoy celosa —dijo, suspirando—. Estoy celosa de él... —Cubrió su rostro con las manos—. Yo quiero ser quién te abrace a diario, quiero ser a quien le cuentes todos tus problemas… quiero ser más que tu amiga.

Joselyn  abrió la boca para decir algo, pero luego la volvió a cerrar.

—Cuando no estoy contigo, me siento vacía —sollozó—. Estoy enamorada de ti… pero sé que después de esta noche tienes todo el derecho de odiarme.

Joselyn tomó las manos de su amiga entre las suyas.

—Admito que es un poco incómodo todo esto —explicó—. Pero nunca te odiaría.

Ambas se abrazaron. Rosa estaba agradecida con Joselyn, estaba feliz de tener de vuelta a su mejor amiga. No le importaba que ella no le correspondiera sus sentimientos.

Mientras tanto, Kenny y Nick decidieron salir del baile, incómodos por las miradas de sus compañeros. Se besaron nuevamente.

—Sebastian… —Susurró Kenny.

Nick sintió una punzada de culpa en su corazón. Lo tomó de la mano y lo ayudó a sentar.
—Sobre eso… —empezó—. Tengo que decirte algo.

Amor A Ciegas [GAY] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora