Inicie mi día abriendo los ojos...
Dah.
Finalmente las vacaciones habían terminado, lo que implicaba volver a mi rutina diaria y vaya que era difícil, ser la chica popular del instituto no era tarea sencilla. Estar al pendiente de las últimas tendencias consumía mi tiempo constantemente pero me gustaba, joder realmente me gustaba.
Me detuve frente a el espejo y me observé desde distintos ángulos, mi rostro seguía hinchado, joder ¿Quien inventó clases a las 7am? Pero bueno, al menos ésta falda resaltaba mi cintura más de lo normal y lograba hacer lucir mis piernas más largas, si, definitivamente el rojo era mi color. Me encantaba dedicar horas para mí por lo que siempre buscaba cómo mejorar mi apariencia. Me encantaba vestir a la moda, usar tacones altos y atraer toda la atención que fuera necesaria, era básicamente cómo mi terapia.
Tomé mi bolso y bajé observando mi casa vacía, como siempre. Supongo que el éxito que tiene la empresa de mis padres conlleva realizar algunos sacrificios, quizás uno de ellos es desaparecer de casa el día entero pero no me quejaba en lo absoluto, me daba la oportunidad de hacer buenas fiestas, claro, Chase era mi mayor cómplice aunque a veces me cobrara un par de dólares por ello.
Por cierto, Chase es mi hermano mayor, bueno, sólo un poquito mayor ya que me llevó tan sólo 15 minutos de ventaja durante el parto. Salí de casa colocándome mis Airpods mientras me dirigía a mi auto.
—¡Jade! —escuché la voz de mi hermano Chase gritándome a mis espaldas corriendo apresuradamente hasta mí. Bufé dando una pequeña mirada hacia él para después volverlo a ignorar —Tengo un problema, hermanita.
Se acercó a mí rascando su nuca. Me giré hacia él quitando uno de mis audífonos para poder escucharlo mejor.
—¿Qué quieres? —pregunté presionando el botón del control que abría las puertas de mi auto.
—¿Podrías llevarme? —preguntó, más bien parecía estar rogando, formé una sonrisa divertida mientras él me miraba cómo aquel gato de Shrek.
—No —Respondí de inmediato metiendo mi bolso al auto. Molestarlo, era mi terapia, más bien de ambos porque no había tenido un momento de paz desde que salí del vientre de mi madre pero aunque Chase fuera bromista y molesto, nos llevábamos bastante bien.
—Por favor —Rogó.
—¿Qué sucede con tu auto? —pregunté curiosa mirando a su auto idéntico al mío pero en color plateado. Ese es otro de los muchos defectos de mi vida, mis padres, desde que tengo memoria, siempre nos han tratado como si fuésemos gemelos, que horror, suficiente tuve con haber compartido el vientre con él.
Afortunadamente ya somos mayores e ir vestidos iguales nos haría lucir extremadamente raros y ridículos, pero cuando fuimos pequeños no pudimos escapar de los horrendos gustos de mamá por la moda y su insistente manía por vestirnos del mismo color. Pensar en ello aún me causaba pesadillas.
—No lo sé, no logro encenderlo, lo llevaré con el mecánico después de clases —explicó introduciendo su manos dentro de sus bolsillos. Sus hombros se encogieron y sus labios sonrieron de lado —Así que, querida hermana, tú me llevarás.
—No, toma el autobús.
—De ninguna manera —Negó con rapidez —Además, si mal no recuerdo, el sábado te presté 20 dólares, me lo debes hermana.
Podría dejarlo ahí para después reírme de él pero sería cruel y mis padres me castigarían.
—Bien, pero esto te costará más que esos 20 dólares —Hice una mueca y le indiqué que subiera en el lado del copiloto.
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Tan Guapo Como El Infierno
RomanceHan vivido por tanto tiempo ocultando la energía dentro de su pecho, ignorando el misterio que les provoca lo palpable que puede resultar la más mínima cercanía entre ellos. El fuego en sus almas sólo parece profundizar el deseo, creando un torbell...