Capítulo 9

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DYLAN

Me removí incómodo sobre mi lugar cuándo mi teléfono vibró bajo una de mis costillas, abrí mis ojos y todo estaba oscuro, las cortinas gruesas de color gris intenso no permitían que la luz del sol entrara por la ventana. Sabía perfectamente que ésta no era mi habitación, entonces cuando sentí la calidez de su cuerpo pegado a mi espalda fue cuando lo recordé.

Tomé el celular y cuando lo encendí eran las 6:03 de la mañana, lo apagué dejándolo en el buró que estaba a mi lado. Entonces me giré, encontrándola acurrucada a mi lado, cubierta totalmente por las mantas blancas que olían a ella, a su perfume y al aroma de su shampoo. Me pareció gracioso verla así, tomé el borde de la manta y la bajé para destapar su rostro.

Era la primera vez que la veía dormir y cómo siempre lo había dicho, parecía una muñeca de porcelana. Durmiendo de manera pacífica, su cabello estaba por todos lados y sus mejillas ligeramente coloradas, su pecho subía y bajaba lentamente con total tranquilidad, la blusa de su pijama que traía puesta dejaba ver gran parte de las pecas que tenía por debajo del cuello, hombros y pecho. Sin poder evitarlo llevé una de mis manos hasta su rostro pasando la yema de mis dedos por la suavidad de su piel y di un ligero y cuidadoso paseo desde sus mejillas hasta sus labios.

Jade Parker, la chica que más me odiaba en el mundo, la que se había encargado de hacerme la vida imposible en cada oportunidad y la que no dudaría ni un segundo en destruirme, estaba durmiendo a mi lado. No la había tocado, pero quería hacerlo, quería sentirla y perderme en ella. Jade al sentir mi tacto se removió girándose en mi dirección, dio un largo suspiro y continúo durmiendo.

—Despierta —Dije continuando con las caricias en su rostro, después pasé a jugar con un mechón de su cabello y por último, continué pasando mi dedo índice por lo largo de su desnudo brazo algo que debió causarle costillas porque volvió a moverse.

—Basta —Se quejó sin abrir los ojos. Continué —Déjame dormir, Dylan.

—Debes despertar, tenemos clases.

—Unos minutos más —Murmuró somnolienta —No me hagas arrepentirme de haber dejado que te quedaras o me veré obligada a tener que lanzarte por la ventana.

—Ya se me hacía raro que no comenzaras el día sin amenazas de por medio —Murmuré, finalmente ella abrió los ojos, permaneció observándome algunos segundos, después sonrío con pocas ganas —¿Qué?

—Esto debe ser raro para ti.

—¿El qué?

—Despertar junto a una chica.

No dije nada porque tenía razón, aunque estaba acostumbrado a despertar en tantas habitaciones diferentes, jamás acostumbraba a dormir con ellas, simplemente terminaba con lo mío y me marchaba.

—Es diferente —Levanté uno de mis brazos y apoyé mi cabeza sobre mi mano.

—¿En qué sentido? —preguntó levantando la vista hacia mí

—Tú y yo no hemos tenido sexo —Respondí sin más —Aunque sé que querías por las miradas que me dabas.

Ella se rió.

—¿Ah sí? Tanta vanidad terminará por acabarte un día —Respondió entre cerrando los ojos — ¿Cómo es que las chicas te persiguen? Yo muy apenas logro soportarte y vaya que me cuesta mucho trabajo.

—Si me dejarás hacerte lo que le hago a ellas también me perseguirías —Me guiñó un ojo haciéndola reír.

—Me causa algo de gracia que estés tan seguro de eso —Dijo, rodeé los ojos.

Tan Guapo Como El InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora