Capítulo 3

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Apenas había dormido, la resaca de la noche anterior golpeaba mi cabeza como cientos de martillos. No recordaba mucho, ni siquiera sabía cómo he podido despertar para llegar a clase. Lo único que tenía tan claro cómo si lo hubiera hecho hace 5 segundos era Dylan Miller.

Quería golpear mi cabeza contra el escritorio de mi profesor para poder arrancar cada momento junto a él, poder arrancar el sabor de su piel de mi boca y cambiarme de país para no tener que verle de nuevo.

Salí de mi clase y me dirigí a la siguiente, tomé un asiento libre y momentos después entró Amanda, en el mismo estado que yo, con cara de zombie y el cuerpo casi sin vida, aunque me sonrío al verme y se acercó con rapidez.

Tomó un asiento detrás de mí, me giré en mi silla para poder observarla.

—Parker, prepárate, acabo de enterarme de algo que diablos, será la noticia del mes —Saludó al mismo tiempo que se giró hacia mí, después golpeó sus largas uñas contra la madera del pupitre —¿Recuerdas la chica de ayer en la fiesta? La de las horribles extensiones.

—Si ¿Qué pasa? —Cuestioné a Amanda pero ni siquiera alcanzó a decir algo, porque su mirada se dirigió a la puerta del aula.

En cuestión de segundos escuché algunos murmullos e incluso, algunos gritos de emoción de las chicas cuando Dylan entró por ahí, él rápidamente observó el lugar saludando algunas chicas pero en cuanto su mirada cruzó con la mía, sonrío cómo si hubiese encontrado lo que busca.

Dylan sería la persona más perfecta de este lugar si no estuviera yo aquí, lástima. No puedo arrancarme de la mente todo lo que hice ayer, desde discutir un poco hasta terminar chupándole la piel, mierda, cómo me permití descontrolarme así.

—Era imposible que esto no empeorara aún más —Resoplé. Dylan caminó en mi dirección y cuándo llegó, se detuvo apoyando una de sus manos sobre mi pupitre. Levanté mi vista hacia el marrón claro de sus ojos —¿Estás perdido, niño bonito? Ésta no es tu clase.

Ni siquiera quería verle la cara después de todo lo qué pasó ayer.

—Ahora lo es —Sonrío con toda esa confianza que se carga, después me guiñó un ojo.

—¿Piensas colarte? El maestro te sacará en cuanto te note, estoy segura que disfrutaré mucho cuando lo haga —Respondí burlona.

—No lo hará, pedí mi cambio a esta clase y me fue aceptado.

Mi sonrisa se borró casi de inmediato, ¿Dylan y yo en una misma clase? Alguien me está jugando una realmente cruel.

—¿Qué? No puedes hacer eso.

—Claro que puedo, mi persuasión, mi apellido y mi excelente promedio me hacen estar ahora aquí —Respondió con tanto egocentrismo que quizás termine ahogándose con él —Sólo me tomó algunos minutos convencer a la secretaria.

—Vete de mi clase ahora —Lo miré con desafío, él se inclinó hasta estar a algunos centímetros de mí, su colonia me invadió —No quiero tener nada que ver contigo.

—¿Asustada? —Alzó una ceja —Creí que después de lo ayer, te agradaba un poco más.

Dylan jamás podría agradarme, menos cuando todo el tiempo fantaseaba con romperle un palo en la cabeza.

—Métete conmigo y sufrirás mi infinita ira —Amenacé.

—Si, eso es exactamente lo que quiero, meterme contigo.

Dijo y se alejó para irse a su lugar, intenté pararme para ir tras él pero Amanda rápidamente jaló de mí mano para hacerme sentar de nuevo.

Lo detesto.

Tan Guapo Como El InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora