Tazas de té y garras de hipogrifo |3.1|

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Aeryn


Observé el cuadro. Un grueso caballo tordo acababa de entrar en el campo y
pacía despreocupadamente.


Ya estaba acostumbrado a que los cuadros de Hogwarts tuvieran movimiento y a que los personajes se salieran del marco para ir a visitarse unos a otros, pero siempre se había divertido viéndolos.


Un momento después, haciendo un ruido metálico, entró en el cuadro un caballero rechoncho y bajito, vestido con armadura, persiguiendo al caballo. A juzgar por las manchas de hierba que había en sus rodilleras de hierro, acababa de caerse.

-¡Pardiez!- gritó, viendo a Harry, Ron, Hermione y a mi. -¿Quiénes son estos
villanos que osan internarse en mis dominios? ¿Acaso os mofáis de mi caída? ¡Desenvainad, bellacos!-

Nos asombramos al ver que el pequeño caballero sacaba la espada de la vaina y la blandía con violencia, saltando furiosamente arriba y abajo.


Pero la espada era demasiado larga para él.


Un movimiento demasiado violento le hizo perder el equilibrio y cayó de bruces en la hierba.

-¿Se encuentra usted bien?- le preguntó Harry, acercándose al cuadro.

-¡Atrás, vil bellaco! ¡Atrás, malandrín!-

El caballero volvió a empuñar la espada y la utilizó para incorporarse, pero la hoja se hundió profundamente en el suelo, y aunque tiró de ella con todas sus fuerzas, no pudo sacarla. Finalmente, se dejó caer en la hierba y se levantó la visera del casco para
limpiarse la cara empapada en sudor.


Yo no pude evitar una pequeña risita, intentando disimularla. No quería que el fantasma me llevara con él hacia el más allá.

-Disculpe -dijo Harry, aprovechando que el caballero estaba exhausto -estamos buscando la torre norte. ¿Por casualidad conoce usted el camino?-

-¡Una empresa!- La ira del caballero desapareció al instante. Se puso de pie
haciendo un ruido metálico. -¡Vamos, seguidme, queridos amigos, y
hallaremos lo que buscamos o pereceremos en el empeño!-


Volvió a tirar de la espada sin ningún resultado, intentó pero no pudo montar en el caballo. -¡A pie, pues, bravos caballeros y gentiles señoras! ¡Vamos!-

Y corrió por el lado izquierdo del marco, haciendo un fuerte ruido metálico.

Corrimos tras él por el pasillo, siguiendo el sonido de su armadura. De vez en cuando lo localizábamos delante de ellos, cruzando un cuadro.

-¡Endureced vuestros corazones, lo peor está aún por llegar!- gritó el caballero, y lo volvimos a ver enfrente de un grupo alarmado de mujeres con miriñaque, cuyo cuadro colgaba en el muro de una estrecha escalera de caracol.

Jadeando, Harry, Ron, Hermione y yo ascendimos los escalones mareándonos cada vez más, hasta que oímos un murmullo de voces por encima de nosotros y nos dimos cuenta de
que habíamos llegado al aula.

-¡Adiós!- gritó el caballero asomando la cabeza por el cuadro de unos monjes de
aspecto siniestro. -¡Adiós, compañeros de armas! ¡Si en alguna ocasión necesitáis un corazón noble y un temple de acero, llamad a sir Cadogan!-

-Sí, lo haremos -murmuró Ron cuando desapareció el caballero-, si alguna vez
necesitamos a un chiflado.


Hermione lo miró negando con la cabeza ante su comentario, mientras que Harry y yo no pudimos evitar reirnos.

Colors. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora