¡SUELTA, ESTÚPIDO ANIMAL! |9|

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Narrador externo


Una tarde, después del entrenamiento, Harry regresó a la sala común de Gryffindor con frío y entumecido, pero contento por la manera en que se había desarrollado el entrenamiento, y encontró la sala muy animada.


—¿Qué ha pasado? —preguntó a Ron, Aeryn y Hermione, que estaban sentados al lado del fuego, en tres de las mejores sillas, terminando unos mapas del cielo para la clase de Astronomía.


—Primer fin de semana en Hogsmeade– le dijo Ron, señalando una nota que había aparecido en el viejo tablón de anuncios. —Finales de octubre. Halloween—


—Estupendo.— dijo Fred, que había seguido a Harry por el agujero del retrato. —Tengo que ir a la tienda de Zonko: casi no me quedan bombas fétidas.— Aeryn negó con la cabeza ante el comentario del gemelo, atrayendo así la atención de éste. —Aeryn.— el pelirrojo la llamó y, dejando a un lado la tarea de astronomía, la joven levantó el rostro.



Los pocos rayos de sol visibles se colaban entre las cortinas de los grandes ventanales proyectándose sobre el rostro de la joven, haciéndola ver más bella de lo que ya era. O eso era lo que pensaba Fred Weasley.


El pelirrojo había estado experimentando nuevos sentimientos respecto a su mejor amiga, desde hace ya un par de meses.


El día en que Aeryn bajó las escaleras vistiendo únicamente un bikini negro, resaltando sus curvas, Fred se dió cuenta que ya no la veía como a una hermana pequña, sino que sentía algo mucho más fuerte.


—Dime, Fredie.— Aeryn, sin saberlo, con esa sonrisa inocente que le había dedicado, había provocado en Fred un par de pensamientos no muy puros, obligándose este último a sacudir la cabeza para alejar tales pensamientos.


—Esto, uhm, yo... Yo quería preguntarte, sí tu quieres, obviamente... Sí quieres acompañarme a Zonko's en la salida a Hogsmeade.— con nerviosismo, y jugando con sus manos, el joven Weasley se atrevió a invitar a su amiga en su salida fuera del castillo.


Las mejillas de la pelirroja se encendieron más rápido de lo que Ron tarda en acabarse su plato con comida.



Fred agradeció el hecho de que nadie pareció haber notado su conversación ya que todos estaban concentrados en sus tareas.


—Uhm, claro, me encantaría ir a Zonko's contigo, Fred.— respondió Aeryn bajo la atenta mirada del gemelo, que esperaba impaciente por la respuesta.

Ajenos a la conversación de ciertos pelirrojos, Harry se dejó caer en una silla, al lado de Ron, y la alegría lo abandonó.


Hermione comprendió lo que le pasaba.


—Harry, estoy segura de que podrás ir la próxima vez.— le consoló. —Van a
atrapar a Black enseguida. Ya lo han visto una vez.—



—Black no está tan loco como para intentar nada en Hogsmeade. Pregúntale a McGonagall si puedes ir ahora, Harry. Pueden pasar años hasta la próxima ocasión.—


—¡Ron!— dijo Hermione. —Harry tiene que permanecer en el colegio...—


—No puede ser el único de tercero que no vaya. Vamos, Harry, pregúntale a
McGonagall...—


—Sí, lo haré.— dijo Harry, decidiéndose.


Hermione abrió la boca para sostener la opinión contraria, pero en ese momento Crookshanks saltó con presteza a su regazo.


Una araña muerta y grande le colgaba de la boca.


—¿Tiene que comerse eso aquí delante?– preguntó Ron frunciendo el entrecejo.


—Bravo, Crookshanks, ¿la has atrapado tú solito?— dijo Hermione.


Crookshanks masticó y tragó despacio la araña, con los ojos insolentemente fijos en Ron.


—No lo sueltes.— pidió Ron irritado, volviendo a su mapa del cielo.
—Scabbers está durmiendo en mi mochila.—


Harry bostezó. Le apetecía acostarse, pero antes tenía que terminar su mapa.


Cogió la mochila, sacó pergamino, pluma y tinta, y empezó a trabajar.


—Si quieres, puedes copiar el mío.— le dijo Ron, poniendo nombre a su última
estrella con un ringorrango y acercándole el mapa a Harry.


Hermione, que no veía con buenos ojos que se copiara, apretó los labios, pero no dijo nada.


Crookshanks seguía mirando a Ron sin pestañear; sacudiendo el extremo de
su peluda cola. Luego, sin previo aviso, dio un salto.


—¡EH!— gritó Ron, apoderándose de la mochila, al mismo tiempo que Crookshanks clavaba profundamente en ella sus garras y comenzaba a rasgarla con fiereza. —¡SUELTA, ESTÚPIDO ANIMAL!— Ron intentó arrebatar la mochila a Crookshanks, pero el gato siguió aferrándola con
sus garras, bufando y rasgándola.


—¡No le hagas daño, Ron! —gritó Hermione.


Todos los miraban.


Ron dio vueltas a la mochila, con Crookshanks agarrado todavía a ella, y Scabbers salió dando un salto...


—¡SUJETAD A ESE GATO!— gritó Ron en el momento en que Crookshanks
soltaba los restos de la mochila, saltaba sobre la mesa y perseguía a la aterrorizada Scabbers.


George Weasley se lanzó sobre Crookshanks, pero no lo atrapó; Scabbers pasó como un rayo entre veinte pares de piernas y se fue a ocultar bajo una vieja cómoda.


Crookshanks patinó y frenó, se agachó y se puso a dar zarpazos con una pata delantera.


Ron y Hermione se apresuraron a echarse sobre él.


Hermione cogió a Crookshanks
por el lomo y lo levantó.


Ron se tendió en el suelo y sacó a Scabbers con alguna dificultad, tirando de la cola.


—¡Mírala!— le dijo a Hermione hecho una furia, poniéndole a Scabbers delante de los ojos. —¡Está en los huesos! Mantén a ese gato lejos de ella.–


—¡Crookshanks no sabe lo que hace!— dijo la joven con voz temblorosa.
—¡Todos los gatos persiguen a las ratas, Ron!—


—¡Hay algo extraño en ese animal!— dijo Ron, que intentaba persuadir a la
frenética Scabbers de que volviera a meterse en su bolsillo. —Me oyó decir que Scabbers estaba en la mochila.—


—Vaya, qué tontería.— dijo Hermione, hartándose. —Lo que pasa es que
Crookshanks la olió. ¿Cómo si no crees que...?—


—¡Ese gato la ha tomado con Scabbers!– dijo Ron, sin reparar en cuantos había a su alrededor; que empezaban a reírse. —Y Scabbers estaba aquí primero. Y está enferma.—


Ron se marchó enfadado, subiendo por las escaleras hacia los dormitorios de los chicos.

Colors. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora