Tazas de té y garras de hipogrifo. |3. 3|

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—Lo primero que tenéis que saber de los hipogrifos es que son orgullosos.— dijo Hagrid. —Se molestan con mucha facilidad. Nunca ofendáis a ninguno, porque podría ser lo último que hicierais. —


Malfoy, Crabbe y Goyle no escuchaban; hablaban en voz baja y no pude evitar tener la desagradable sensación de que estaban tramando la mejor manera de incordiar.


—Tenéis que esperar siempre a que el hipogrifo haga el primer movimiento.— continuó Hagrid —Es educado, ¿os dais cuenta? Vais hacia él, os inclináis y esperáis. Si él responde con una inclinación, querrá decir que os permite tocarlo. Si no hace la inclinación, entonces es mejor que os alejéis de él enseguida, porque puede hacer mucho daño con sus garras. Bien, ¿quién quiere ser el primero?—


Como respuesta, la mayoría de la clase se alejó aún más. Incluso Harry, Ron y Hermione recelaban. Los hipogrifos sacudían sus feroces cabezas y desplegaban sus poderosas alas; parecía que no les gustaba estar atados.


—¿Nadie?— preguntó Hagrid con voz suplicante.


—Yo.— Me ofrecí al ver que ninguno de mis compañeros daba el primer paso.


—¡Buena chica, Aeryn!— gritó Hagrid. —Veamos cómo te llevas con Buckbeak.—


Soltó la cadena, separó al hipogrifo gris de sus compañeros y le desprendió el collar de cuero. Los demás, al otro lado de la cerca, contenían la respiración. Y pude observar como Malfoy entornaba los ojos con malicia.


—Tranquila ahora, Aeryn.— dijo Hagrid en voz baja. —Primero mírale a los ojos. Procura no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado...—


Y tras el comentario de Hagrid, el cual no ayudó mucho, se me empezaron a irritr los ojos, pero no los cerré.


Buckbeak había vuelto la cabeza grande y afilada, y me miraba fijamente con un ojo terrible de color naranja.


—Eso es.— dijo Hagrid. —Eso es, Aeryn. Ahora inclina la cabeza...—


Y lo primero que se me vino a la mente es que no me hacía nada de gracia presentarle mi nuca a Buckbeak, pero hice lo que Hagrid me ordenó.


Me incliné brevemente y levanté la mirada.


El hipogrifo seguía mirándome fijamente y con altivez. No se movió.


—Ah.— dijo Hagrid, preocupado y preocupándome a mi. —Bien, vete hacia atrás, tranquila, despacio...—


Pero entonces, ante mi sorpresa, el hipogrifo dobló las arrugadas rodillas delanteras y se inclinó profundamente, devolviéndome la reverencia.

—¡Bien hecho, Aeryn!— dijo Hagrid, eufórico. —¡Bien, puedes tocarlo! Dale unas palmadas en el pico, vamos.—


Pensando que habría preferido como premio poder irme, me acerqué al hipogrifo lentamente y alargué el brazo, deseando que no me comiera el brazo. No estaba preparada para perder uno de mis brazos.


Le di unas palmadas en el pico y el hipogrifo cerró los ojos para dar a entender que le gustaba.


La clase rompió en aplausos. Hermione me miraba con una enorme sonrisa, como una madre orgullosa de su pequeña.


Ron, en cambio, me miraba entre intranquilo y algo temeroso. Típico de él.


Todos aplaudían excepto Malfoy, Crabbe y Goyle, que parecían muy decepcionados. Seguramente habían deseado verme devorada por Buckbeack.


Colors. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora