Profesor particular. |8|

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Aeryn


—Deberías buscar a alguien que pueda darte algunas clases extra de pociones. No querrás bajar tu media académica, ¿verdad?—


Hermione y yo nos encontrábamos recostadas en un árbol, frente al lago, aprovechando los últimos días de vale que quedaban.


Según la profesora Trelawney, dentro de dos días iba a haber un cambio drástico del clima que incluso podría provocar las primeras nevadas.


Después de su último acierto en clase, adivinando que aquello que temía sucedería, y así fue; Hermione y yo decidimos disfrutar de los últimos rayos de calor de septiembre.


A pesar de que la profesora adivinó que algo no tan bueno iba a sucederme, tengo la suerte de que tampoco fue tan grave.


Simplemente caí en la trampa de los gemelos que, cautelosamente, habían colocado en mi almuerzo hace un par de días.


Aquel día tuve que soportar tres horas seguidas de vómitos hasta que la señora Pomfrey logró conseguir un hechizo que detuviera mis devoluciones.


—¿Me estás escuchando?— Hermione chasqueó los dedos frente a mi rostro, sacándome de mi trance.


—Perdón Herms, me he despistado. ¿Qué decías?—


—Digo que deberías encontrar a algún profesor particular que te ayude con pociones.—


—¿Y por qué no puedes ser tu mi profesora particular?— me acomodé contra el tronco para observarla mejor.


—¡Me encantaría!— respondió con emoción la castaña, contagiándome a mi también. —Pero no puedo.— continuó, cambiando la expresión de emoción a una triste. —Este año tengo demasiadas asignaturas, y eso implica estudiar todos los días, a todas horas. Sin contar toda la tarea.—


Volví a hundirme contra el tronco del árbol, malhumorada, intentando descubrir quién podría ser mi salvador en pociones.

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—¿Cómo es posible que no sepa preparar una de las pociones más sencillas que existen, señorita Baxton?–


El profesor Snape me había citado con él en cuanto terminamos la clase de pociones, impidiéndome marcharme.


Nuevamente había fracasado en mi intento de preparar una simple y sencilla poción aromática.


—No es que me preocupe por sus notas, pero dado que el profesor Dumbledore ha insistido, me he visto en la obligación de asignarle un profesor particular.— pude denotar cierta satisfacción en su rostro tras haber finalizado la oración.


—Uhm, sí, eso sería de bastante ayuda. Gracias profesor.— murmuré desviando mi mirada de la suya intimidante. —Y, ¿cuál de mis compañeros será? Me gustaría empezar hoy mismo con el repaso, y sí es necesario me pasaré toda la noche en la sala común tomando apuntes.— aseguré con firmeza. Quería demostrarle que, a pesar de que no se me daba nada bien esta clase, no iba a rendirme y me iba a esforzar al máximo.


—¿La sala común?— la risa irónica de Snape me produjo un escalofrío. —Me temo que eso no va a ser posible, señorita Baxton.— enarqué una ceja, sin entender muy bien, y él continuó. —El profesor de apoyo que le he asignado es el señor Malfoy.—


—¿Aiden Malfoy?— pregunté ingenuamente.


Snape volvió a carcajear y eso me hizo pensar lo peor.


—Draco Malfoy.—

Colors. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora