Heridas y hechizos. |4|

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Aeryn

—¿Podrías colaborar un poquito?— cuestioné irritada intentando colocar a Malfoy en una de las camillas de la enfermería.

Al observar que el rubio no presentaba el menor interés en colaborar deslicé mi brazo, "sin querer", que hasta entonces había estado colocado alrededor de su espalda, hasta su brazo magullado.

—¡Auch!— se quejó, colocándose de un salto en la camilla. —¿Es que acaso te paree gracioso, Baxton?—

Tuve que tomar una buena bocanada de aire para poder recuperarme después de las carcajadas causadas por el grito de niñita que había hecho Malfoy.

—Muchísima, realmente.—

—Cuando mi padre se entere de esto tú y el estúpido gigante inepto dejaréis de teoría durante mucho tiempo.— escupió el rubio.

Mi rostro pasó de ser uno burlón a uno desafiante.

—No serás capaz.—

—¿Quieres probarme?— respondió desafiante.

—Eres... eres...— las palabras se me quedaron atragantadas en la garganta por culpa de la rabia que sentía en ese momento y cuando estuve a punto de estallar y cantarle a Malfoy todos los insultos existentes, una voz me interrumpió.

—¿Qué ha ocurrido aquí?— la voz de Madame Pomfrey sonó a mis espaldas. —¿Qué le ha pasado a que muchacho?—

—Un estúp...—

—Oh, nada.— interrumpí a Malfoy, presionando su brazo lastimado para que se callara. —A este pobre tonto no se le ocurrió mejor cosa que insultar a un hipo grifo.— continué yo ante el rostro de sorpresa de Madame Pomfrey y con los quejidos de Malfoy sonando a un lado mío. —Y como resultado, el pobre ha resultado herido.—

—Pobre chico.— negó la enfermera con la cabeza.

—Oh, yo me refería al pobre hipogrifo, que ha resultado herido sentimentalmente. Este otro seguro que sanará pronto.— me burlé, palmeando una vez más su lastimado brazo.

—¡Auch!— se quejó por enésima vez el malherido.

—Ahora, sí me disculpáis debería marcharme.—

Giré sobre mis talones, dispuesta a marcharme de ahí con una enorme sonrisa en mi rostro.

—Oh no, señorita. Me temo que debo pedirle encarecidamente que se quede cuidando del señor Malfoy.—

—¿Disculpe?— giré rápidamente, deseando haber escuchado mal.

Debo estar sorda, seguramente.

—Insisto.— Pomfrey hizo una pausa. —Me veo obligada a pedirle que se quede, aquí, en la enfermería, cuidando del señorito Malfoy.—

—¡Esto es inaceptable! ¿Cómo va a cuidarme ella?— escupió Malfoy, mirándome de arriba a abajo con cierto asco.

Por una vez en mi vida, estaba de acuerdo con Malfoy.

—Eso, eso. ¿Cómo voy a cuidarlo yo?—

—La señorita Luna Lovegood es la encargada de ayudarme en la enfermería a estas horas pero, por desgracia, hoy ha tenido que ausentarse porque dice que los nargles le han robado algo de su baúl.— Madame Pomfrey rodó los ojos, dándome a entender que no se fiaba de la rubia.

Colors. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora