Profesor particular. |8.1|

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Aeryn


—Me gusta tan poco como a ti, Aeryn. Pero también me preocupo por tu rendimiento académico.—


Después de haber estado discutiendo con el profesor Snape sobre buscar a otro compañero me me ayude con pociones, decidí ir a ver a Remus para que intentara convencer al profesor Snape de que Malfoy y yo, no éramos una buena combinación.


Para mi mala suerte, Remus no se oponía ante la decisión de Snape. No del todo.


—¡Pero es de Draco Malfoy de quién estamos hablando!— exclamé molesta. —El chico que me ha hecho la vida imposible, a mi y a mis amigos, des del primer año. ¿Es que acaso no recuerdas cuando el año pasado hechizó mi cabello y pasé de ser pelirroja a ser peli-verde por dos semanas?—


Estaba más que furiosa, era imposible que Malfoy y yo llegáramos a llevarnos bien algún día.


A pesar de que ahora parezco una persona fuerte, inquebrantable, hubo una época en la que no tenía el suficiente valor de afrontar a Draco.


Recuerdo haber llorado durante varias noches tras haber sido el blanco de las burlas de Malfoy y sus gorilas.


Sólo gracias a Harry, Ron, los gemelos e incluso Hermione, llegué a afrontarle cara y a colocar a ese hurón en su sitio.


—Aeryn...— Remus murmuró en tono de súplica mientras rodeaba mi cuerpo con sus brazos, envolviéndome en un cariñoso abrazo.


Lo abracé de vuelta, hundiéndome en su brazos e intentando calmarme.


—Mira, a mi me gusta Malfoy tan poco como a ti. Sabes que en otra situación no me agradaría que anduvieras cerca de él... No me agradan ni él, ni su familia.— hizo una pausa, mientras su mano se paseaba de arriba a abajo por mi espalda, acariciándome. —Pero, he hablado con Snape y él asegura que es su mejor alumno en pociones, incluso mejor que Hermione...—


Suspiré con pesadez, intentando asimilar el hecho de que, quisiera o no, Draco Malfoy iba a ser mi profesor particular de pociones.




Después de haber estado charlando con Remus, y haberme calmado, decidí ir a buscar a Draco, para acordar horarios y días.


Caminaba por los pasillos del colegio, intentando convencerme a mi misma de que tampoco iba a ser tan malo. Es decir, sólo nos veríamos un par de horas al día y hablaríamos única y estrictamente sobre ingredientes y pociones. ¿No es para tanto, no?


Detuve mi paso en cuanto estuve frente a la puerta de las mazmorras.


—¿Y ahora qué?— murmuré entre dientes sin saber qué hacer.


No tenía ni idea de cuál sería la contraseña, aunque seguramente tendría algo que ver con el estatus de la sangre y todas esas bobadas de las serpientes.


Entonces recordé que dentro de un par de minutos comenzaría la cena así que, antes de que alguien pudiera verme, me escondí detrás de una de las columnas que habían cerca de la entrada a las mazmorras y esperé paciente a ver sí salía alguna cabellera platinada.


Minutos después una avalancha de chicos con túnicas verdes y plateadas salían en dirección hacia el comedor.


Pensé que Draco podría salir de la mano de Astoria junto a sus gorilas y compañía, pero me retracté en cuanto vi salir disparada a Astoria con una cara de dragón furioso. Prácticamente hecha a humos.


Colors. |Draco Malfoy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora