Dormir con George Weasley. |12|

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Aeryn

Después de una noche bastante incómoda, con todo el mundo horrorizado y con el temor de tener que enfrentarse a un presidiario que había escapado de Azkaban; la mañana se presentó antes de lo esperado.

—No he podido dormir nada.— se quejó Hermione terminando de peinar su pelo.

—Te entiendo... Éste tema de Sirius me inquieta.— contesté desde la puerta, empezando a descender las escaleras hacia la sala común, seguida por Hermione. —Harry va a hacer todo lo posible por encontrarlo y, puede que no sea una de las personas más inteligentes de Hogwarts, pero incluso yo se que esa no es una buena idea.

Hermione asintió con la cabeza antes de dejar escapar un bostezo.
Su cara estaba pintada por dos círculos oscuros bajo sus ojos, los cuales se cerraban constantemente.

—Buenos días, bellezas.— Fred y George aparecieron detrás nuestro, saliendo en dirección al gran comedor para tomar el desayuno.

Yo continuaba fastidiada con Fred por lo de la salida del día anterior a Hogsmeade.
Primero casi nos besamos, y segundos después se encuentra embobado con el trasero de una camarera cualquiera.

—Buenos días, Georgie.— sonreí con inocencia, y una pizca de maldad, ignorando a Fred mientras caminaba a la par de George.

—¿Qué tal has dormido, Ryn?— preguntó el pelirrojo.

—No muy bien, la verdad. Este tema de Black me tiene preocupada... No he podido pegar ojo.—

—La próxima vez me avisas y te hago compañía, pequeña.— Bromeó George, guiñándome un ojo.

—Así será, bombón.— decidí seguirle el juego y así poder pagar con la misma moneda a Fred, el cual salió todo enfurecido hacia el gran comedor dejándonos a George, Herms y a mi atrás.

—Que chico más raro...— murmuró Hermione.

El día transcurrió como de costumbre: Snape restándole puntos a la casa Gryffindor, Trelawney prediciendo muertes y Hagrid cabizbajo por el hipogrifo.

La hora de la cena llegó y en lo único que podía pensar era que hoy comenzaban las clases con Malfoy.

—¿Qué te ocurre, Aeryn?—

Neville me despertó de mis pensamientos, haciéndome sobresaltar.
¿En qué momento me había quedado tan "dormida"?

—Uhm, sí, todo bien.—

—No has probado nada todavía...— Neville, con cara de preocupación, señaló mi plato vacío.

—No tengo mucha hambre, la verdad.—

—Sí no te encuentras bien puedo acompañarte a ver a la señora Pomfrey. Esa mujer siempre tiene una solución para todo.—

A todo esto Fred ya había puesto la oreja en la conversación, observándome detenidamente, como sí supiera que estaba ocultando algo.

—No es necesario, Neville.— respondí con mi mejor sonrisa. —Debe ser por todos los dulces que he tomado esta tarde.— Neville asintió, no muy seguro de mi respuesta y aún preocupado. Este chico era un ángel.

La cena transcurrió entre bromas por parte de George y peleas entre Ron y Hermione. Para cuando quise darme cuenta ya me encontraba de pie, formando fila para desalojar el comedor.

Me mantuve inquieta durante el trayecto de mi mesa hasta llegar a la puerta de entrada del gran salón, donde debía escabullirme con alguna excusa.

Todo iba de maravilla hasta el segundo en el que conseguí apartarme de la fila sin levantar sospechas, o eso creía yo.

—¿A dónde vas?—

Mierda, pensé.

Giré sobre mis pies para enfrentar a la castaña de cabello ondulado.

—Erhm, a mi clase de repaso de pociones.— sonó más como una pregunta que como una afirmación.

—Oh, ¿ya has empezado las clases de repaso?— preguntó mi amiga, ajena a mi nerviosismo.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2018 ⏰

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