Clarissa
Dos años después...
Hoy volvería a casa. Gracias a trabajos extra y demás esfuerzos, pude graduarme antes. No le había avisado a nadie. Honestamente me moría de nervios...
Mi relación con Daniel se había acomodado en la categoría de amigos, algo que, al parecer, le había funcionado a él. Eso me alegraba. Si le era feliz, sin dudarlo lo sería yo también.
Caminé por el parque, el que había sido testigo de muchas cosas entre nosotros. Pude sonreír.
Mi teléfono sonó. Una llamada que no dudé en responder.
—¿Diga?
La voz en el otro lado de la línea me comenzó a contar sus nuevas noticias, ya que debía llegar a casa, seguí con el teléfono en mi oreja y caminé con algo de prisa a mi hogar.
Un novio, más de setecientos días y muchos mensajes después, aquí estaba.
Ahora debía esperar.
Daniel
Miraba el techo de mi cuarto.
Desde hace algún tiempo que hacía eso. Mirar el techo de mi cuarto mientras pensaba.
Siempre era ella.
Había tenido cuatro relaciones después de ella. Ninguna había sido ella, así que no había funcionado. La primera era demasiado fuerte, la segunda muy grosera, la tercera un poco lujuriosa y la última, bueno, con la última me di cuenta de que no valía la pena el esfuerzo. Yo quería a Clarissa y a nadie más.
Fue un poco difícil al principio. Nuestra relación se hizo de amigos, nada más.
Comencé a platicarle de las chicas con las que salía. Todo, le hablaba de todo. Nunca mostró ni una pizca de celos. Nada.
Me la imaginaba mordiéndose los labios para no soltar nada en contra de "mis chicas".
Pero después de unos meses, la situación cambió. El que se tuvo que morder la boca, las manos y todo lo que tuviera al alcance, para no decir nada...bueno, fui yo.
Comenzó a salir con un chico que sonaba demasiado perfecto. Ella no cambió de novio como de calcetines, no. Ella estuvo con él por más de un año.
Fue cuando empecé a sentir que la había perdido de verdad. Y llegaron las últimas dos novias. Una vez quise preguntarle si se había acostado con él, pero no quería tener que contestar la misma pregunta. Sabía que la haría.
Salí de mi cama y de mi casa. Era momento de mi carrera por el parque. Primero pasaría por su casa, cierto, soy un acosador. Iba llegando a su puerta cuando esta se abrió.
Y la vi.
—Daniel...
Me acerqué a ella, la tomé de la mano y la acerqué a mí. Sus ojos mostraron sorpresa, pero había algo más también. Y fue ese algo más lo que me permitió pedirle lo que gritaba mi corazón.
—Quédate a mi lado.
Clarissa pasó sus brazos por mi cuello y, sin más, me besó.
No la había perdido después de todo. La vida era buena y estaba completo. Por fin.
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Quédate a mi lado (Y te vi...3)
Novela JuvenilNo temas al amor, sufrirás con él o sin él.