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El trabajo de la oficina se había acumulado para su madre, cuando Abril llegó a casa se encontró con Esmeralda, estaban trabajando al parecer. Abril saludó, Esmeralda le sonrió afable, su madre no saludó pues imaginó que estaba demasiado estresada.

Abril bajó de su habitación luego de unos minutos, se había dado un baño, también se había vestido. Estaba buscando algo de comer, no había nada.

— No hay nada de comer, tengo hambre. —exclamó haciendo un mohín con sus labios.

— Ve a comprar algo, también para nosotras, cariño. —demandó su madre amable.

— Es de noche, me da miedo.

— A todo esto, ¿Por qué viniste tarde? —detuvo su trabajo por volver a verla.

— La mamá de Carla está enferma, pasé a visitarla, te mandó saludos.

— Bueno, entonces ve a comprar la cena al lugar más cerca posible.

Abril de mala gana tomó el dinero de su madre, no quería ir sola porque le tenía miedo a la oscuridad o que algún asesino serial la hiciera papilla —leía muchas historias de terror—. Estaba a punto de salir de casa cuando escuchó la voz de Esmeralda.

— Iré con ella si no es molestia, Paola. —se levantó de su asiento.

— Por favor. —sonrió agradecida.

Abril continuó esperando a que Esmeralda le alcanzara, ella iba corriendo. Esta vez no tenía su traje de oficinista, tampoco sus tacones, tenía una vestimenta casual y se miraba realmente guapa. Se escuchaba su pesado aliento por el cansancio.

— Si te detuvieras un momento sería genial

— Lo siento, camino rápido. —se detuvo por un momento hasta que su caminar era del mismo nivel.

— ¿Qué piensas cenar?

— ¿Comida china? ¿Te gusta?

— Sí, ¿A Paola le gusta?

— Eso creo, queda cerca, solo está a dos cuadras.

Estaban sentadas esperando su orden, Abril miró el perfil de Esmeralda, realmente era guapa. La mirada se detuvo en sus labios, tenía un tono rojo de labial, como el que usaba cuando la besó.

Esmeralda se dio cuenta de que la estaba observando.

— ¿Acaso miras mis labios? —preguntó alzando una ceja

— Sí, tú sabes por qué... —aclaró mirando a otro lado.

— ¿Yo? ¿Acaso es por el tono de labial?

— No te hagas la tonta, el día que llevaste borracha a mamá me besaste. Apestabas a alcohol.

— Ah, es eso... esa vez estaba tan borracha que no pude identificar la mejilla de tus labios, tengo efectos cariñosos cuando bebo. Perdón.

Abril se sentía molesta porque solo la había utilizado, se quedó en silencio unos minutos. La orden les fue concedida, iban de camino a casa mientras no hablaba ninguna de las dos hasta que Esmeralda quiso romper ese silencio.

— ¿Te enojaste?

— ¿Me preguntas porque me besaste inconscientemente? Te excusas solo porque estabas borracha.

Esmeralda vio a los lados, tomó la parte baja de los brazos ajenos y se acercó a los labios de Abril para besarles, lo hizo lentamente sintiendo el tacto de sus suaves labios. Quedaron muy cerca sus rostros.

— Ahora estoy consciente de haberte besado, Abril. —sonrió y luego besó los labios ajenos nuevamente. 

Un cigarro de meriendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora