47

14 1 0
                                    


Estaba en la cama que olía al perfume de Esmeralda, sentía tanta calidez que no quería salir de entre las sábanas, aunque se levantó buscando a la chica que había besado en la noche, la chica que le había dicho cosas bonitas al oído en el cual no notó ni una pizca de falsedad. Cuando se levantó la encontró en la cocina, olía bien, se sentó en una silla frente al comedor.

— Buenos días —saludó con una notable alegría en su voz

— Buenos días, ¿No tienes que ir a trabajar? —preguntó con voz fría

— Pensé que podía quedarme un rato... —desanimada miró a Esmeralda

— Pensaste mal, ayer solo te quise demostrar lo fácil que es tenerte a mi disposición. Quizá nunca te quise, no me costó nada olvidarte por eso no te busqué. Vete de aquí

Abril iba caminando y llorando como una pequeña que ha perdido a su madre en la multitud. El amor por el que había esperado le estaba dando la espalda, solo quedaba olvidarlo o eso pensaba. Hizo que un taxi se detuviera frente a ella para ir a casa.   

Un cigarro de meriendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora