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Abril tenía todo en la hoja de trabajo de Esmeralda, estaba hasta su dirección. Era la misma de siempre, la que se le había prohibido; su jardín estaba más hermoso que la última vez. Frente a la puerta principal había una grada, Abril decidió tomar asiento hasta que volviera, incluso anocheció y ella no llegaba.

Una motocicleta se estacionó frente a ella, bajó Esmeralda de la parte de atrás. El hombre que conducía se quitó el casco, Esmeralda también lo hizo y ellos se besaron.

Abril sintió dolor en su pecho, ella caminó a la puerta y se asustó cuando vio a Abril sentada frente a ella. Se levantó, le sonrió aunque tenía el corazón roto.

— Me hubieras dicho que tenías a alguien

Esmeralda no dijo nada, Abril caminó en busca de un taxi que la llevara a casa. De repente sintió su rostro caliente, eran las lágrimas que estaban cayendo en sus mejillas. 

Un cigarro de meriendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora