Abril vestía su mejor ropa, era un día importante para ella y quizá para Esmeralda también. Estaba esperando en su oficina, había indicado de que ella era la asistente definitiva y aunque los nervios la estaban matando se sentía ansiosa de encontrar su rostro, quería ver si había cambiado su hermosura.
Llamaron a la puerta, luego entró su amada. Abril mantenía la mirada baja, no se lograba reconocer, Esmeralda se sentó en la silla frente a su escritorio.
— Hola, señorita Esmeralda. El motivo de mi llamada es para informarle que el puesto es completamente suyo
— Buenos días. Muchas gracias, pondré todo mi esfuerzo en este trabajo
— ¿Tiene tatuajes? —preguntó Abril con su voz normal
— Sí... solo uno, pero están en lugares no visibles
— ¿Qué se ha tatuado?
Esmeralda estaba dudando, se podía notar en el silencio que guardaba antes de responder.
— Es una águila, está en mi brazo.
Abril levantó el rostro, ambas se miraron a los ojos, Abril apenas se dio cuenta de que estaba llorando, Esmeralda sorprendida la observaba
— ¿Por qué desapareciste? —preguntó entre un suave llanto
— Tenía miedo de estropear la relación con tu madre, sé que ese trabajo fue de sus últimas opciones, no iba a permitir que la pasaras mal
— No la pasé nada bien con tu ausencia, Esmeralda
— ¿Y crees que yo pasé bien? Me enamoré de una niña, era algo imposible
— ¿Ahora sigue siendo imposible? Tengo un trabajo, soy mayor, apenas han pasado cinco años, no te he olvidado sino que he pasado buscándote como loca
— Lo siento, no puedo aceptar el trabajo
Esmeralda se levantó, estaba tan hermosa como antes. No usaba más minifaldas, pero su cuerpo seguía siendo esbelto.
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Un cigarro de merienda
Short StoryAbril un día común y corriente se encontró con unas piernas esbeltas que llamaron su atención, eran pertenecientes a una veinteañera con minifalda que todos los días a las 4:00 PM toma la merienda de un cigarrillo en las afueras del edificio en el q...